Black Phone tuvo una publicidad un tanto engañosa antes de su estreno, ya que la anunciaban como una filme de terror extremo. Nunca entendí esa campaña que, desde mi punto de vista, le restó muchísimo, ya que muchos iban al cine esperando que el director Scott Derrickson les diera unos cuantos sustos, como los que nos regaló con Sinister y la incomprendida «Líbranos del mal«.
Nada peor para una película que elevarle las espectativas al público con algo que no es.
Black Phone realmente es un thriller con toques paranormales, y uno muy bien llevado por su director, quien nos lleva a un pequeño pueblo norteamericano de finales de los 70. Un filme de suspenso cargado de referencias de otras películas, rindiendo tributo a trabajos como «El silencio de los inocentes» e «It».
Black Phone crea una atmósfera densa, incómoda en algunas ocasiones y esperanzadora en otras para equilibrar muy bien el guión de la película.
Las actuaciones son muy buenas, desde la de un Ethan Hawke que aterra de verdad verdad hasta la de los niños protagonistas que se desempeñan a la perfección sin ser eclipsados por Ethan.
Black Phone cumple su objetivo, que es contar esas terribles historias de tantos psicópatas que hay sueltos destruyendo infancias, familias y sociedades, y sumergiéndolas en una incertidumbre y terror real.
Porque ¿a quién le tendrías más temor, a un ente sobrenatural que es solo ficción o a un vecino psicópata?
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