La dimisión de Carlos Mazón revive su pasado como cantante: de baladas cursis a desastre político.
Humor negro, ironía y vergüenza viral asegurada.
La dimisión que resucitó un video que nadie quería volver a ver
La dimisión más cantada (y más previsible) de España ha despertado un fenómeno inesperado: el pasado musical de Carlos Mazón. Sí, el expresidente que no supo gestionar una DANA antes intentó gestionar notas musicales. (Spoiler: tampoco funcionó).
A raíz de su reciente salida del gobierno valenciano, su viejo videoclip se ha convertido en arqueología política viral. España ha descubierto que antes de desafinar en política ya lo hacía en baladas.
Cuando Mazón soñó con Eurovisión y terminó desafinando en el Palau
A principios de la década de 2010, Mazón era vocalista de Marengo, un grupo melódico con aspiraciones eurovisivas. Intentaron representar a España en Eurovisión del 2011 con la balada Y solo tú, un título que, visto hoy, parece mensaje subliminal:
Y solo tú… creías que tenías talento para esto.
Eurovisión les dijo NO,
Pero la política le dijo BUENO, VALE. Y aquí estamos…
El crooner sentimental que se convirtió en crooner de promesas
Tras su dimisión, los medios relatan que Mazón “cantaba bastante bien”. No pocos medios también decían que “gobernaba bastante bien”… España ya sabe lo que valen esas afirmaciones.
Lo más irónico es que en su faceta musical tenía ese tono suave, susurrado y aflamencado. El mismo que utilizó en política: voz dulzona, acción mínima.
Y solo tú te creíste sus mentiras
Ver hoy su videoclip es como ver una comedia romántica con banda sonora de tragedia: un hombre que quería emocionar con su voz terminó enfrentándose a una crisis climática que exigía liderazgo real…
Justo lo que no estaba en su repertorio artístico ni político.
La DANA dejó claro que el sonido de fondo no era su balada: era la falta de presencia, dirección y reacción.

El último solo de Mazón
La ironía final es perfecta: un político cuyo mayor éxito no fue una canción, sino alcanzar el poder… para terminar dimitiendo entre críticas, fallos y silencios.
Hoy, su pasado musical no es una curiosidad simpática: es la metáfora cruel de una gestión que sonaba bonito, pero actuaba poco.
El crooner que quiso enamorar a España con una balada termina dejando no un estribillo memorable, sino un desencanto social.




