En un momento donde el pop alternativo busca nuevos lenguajes, Carmina irrumpe con una propuesta singular, intensa y estilísticamente cuidada. Su EP debut, Black Velvet Cross, no solo marca el inicio de una carrera solista prometedora, sino que presenta a una artista que entiende el poder de la narrativa musical y el peso emocional de una voz honesta.
Ana Donoso, el nombre detrás de Carmina, da forma a un personaje que coquetea con el dramatismo, el romanticismo trágico y una estética sonora profundamente cinematográfica. Desde su primer sencillo Bloody Mary —lanzado a principios de 2024 en colaboración con el productor Víctor Escobedo—, quedó claro que esta obra no busca lo superficial ni lo efímero. Black Velvet Cross, su primer trabajo de larga duración, ofrece un universo sonoro donde cada canción se siente como una escena cuidadosamente dirigida.
Un debut que transita entre lo teatral y lo visceral
El EP está compuesto por seis canciones y un poema, y cada una de ellas actúa como un fragmento narrativo que amplía la experiencia emocional del conjunto. En este trabajo, la chilena da voz a una protagonista que, como ella misma señala, “carga con una cruz de terciopelo negro, símbolo de su lucha interna entre la lujuria y el anhelo de redención”. Esa imagen —oscura, elegante y profundamente simbólica— es el corazón temático del álbum.
Las influencias son variadas pero coherentes: desde la sensual melancolía de Lana del Rey, pasando por la intensidad vocal de Mon Laferte, hasta las atmósferas inquietantes de Muse, la sensibilidad jazzística de Billie Holiday y la teatralidad melódica de Camilo Sesto. Todo eso convive en una arquitectura sónica que combina pop alternativo, rock suave y pinceladas de jazz vocal. Cada pista del EP se construye sobre una base de instrumentación precisa, donde la batería, el bajo y los arreglos de piano se integran con una producción elegante que realza sin saturar.
Una producción independiente con sello personal
Grabado en Bragi Estudio, Black Velvet Cross fue producido, mezclado y masterizado por Víctor Escobedo, quien también tocó bajo y batería. El trabajo contó además con la participación de Andrés J. Barquín en guitarras (y también en la dirección de arte), Felipe Calderón en batería y Andrés Sánchez en piano. Todo en este disco emana una visión artística cohesionada, desde el sonido hasta el imaginario visual.
Black Velvet Cross ya se encuentra disponible en plataformas como Spotify, Tidal, Deezer y más. Es un debut sólido y prometedor, que no busca agradar a todos, sino conmover a quienes se atrevan a mirar de frente a las zonas más vulnerables del alma.