Atrás quedaron los recuerdos de aquella increíble compañía de entretenimiento familiar llamada Disney, que nos regaló grandes clásicos de la literatura, llevando al mundo animado con toda la gracia que la caracterizaba. Hoy, la misma se encuentra perdida en un laberinto de incongruencias, falta de creatividad y malas decisiones. La última víctima de este declive: el live action de Blanca Nieves, un total fracaso en taquilla.
Ni Blanca, ni nieve
Esto era la crónica de una muerte anunciada. Ya todos sabíamos que Blanca Nieves iba a ser un desastre total, y Disney no aprendió la lección con el live action de La Sirenita. Para iniciar, volvió a meter la pata con la escogencia de la protagonista. Rachel Zegler, en ningún mundo paralelo, es la mejor opción para personificar a la famosa adolescente pálida de voz melodiosa. Primer punto negativo.

Una mala muy bella
En Blanca Nieves encontramos a una reina malvada muy hermosa, personificada por Gal Gadot. Y aquí sigue haciendo agua el barco, ya que nada más irónico que Gal le pregunte al espejo quién es más bella entre ella y Rachel Zegler. Tremenda incongruencia. Sé que más de uno pensará que acá quieren poner que lo bello está en el interior de la persona, pero el cuento de los hermanos Grimm habla de vanidad y envidia. Otro punto negativo.
Un reparto sin chispa
El cast del live action de Blanca Nieves deja mucho que desear. Rachel Zegler interpreta a Blanca Nieves, mientras que Gal Gadot asume el rol de la Reina Grimhilde. A ellos se suman Andrew Burnap como Jonathan, Martin Klebba en el papel de Gruñón, Ansu Kabia como el Cazador, Patrick Rage prestando su voz al Espejo Mágico, Colin Michael Carmichael en el papel de Farno, y Dujonna Gift como Maple.
El problema no solo radica en la elección de actores, sino en cómo sus interpretaciones carecen de fuerza y química. Esta película intenta modernizar la historia, pero en el camino pierde toda la esencia del clásico animado.
Un guion sin alma
Ahora, podríamos perdonar un elenco superflojo y, en momentos, hasta mediocre, pero lo que sí es imperdonable es su guion. Aburrido, insulso y falto de emoción. En este análisis, queda claro que el desastre de taquilla no es casualidad. La historia intenta expandir el trasfondo de Blanca Nieves y hasta del príncipe, que tiene más del ladrón del bosque de Sherwood que de príncipe encantado. Ni hablar de sus compinches progres.
¿Qué podemos rescatar de Blanca Nieves?
Poco. Sus escasos momentos en los que se recrean escenas icónicas de la película animada y la creación de los siete enanos. Hasta allí. El resto no tiene nada destacable. Ni hablar de una de las tantas coreografías donde la Reina Malvada canta una canción poco inspirada, con una puesta en escena que parece una mala imitación de un concierto de Lady Gaga.
Opiniones finales
Con una duración de 1 hora y 49 minutos, el live action de Blanca Nieves es una prueba más de que Disney sigue sin encontrar el rumbo en sus adaptaciones. Rachel Zegler no logra conectar con el público, y el resultado es un proyecto que se siente vacío y sin alma.
Consejo final de esta crítica
No pierda 1 hora y 49 minutos de su vida viendo Blanca Nieves.