InicioReseñasFito Páez desató su universo emocional en el Movistar Arena de Madrid

Fito Páez desató su universo emocional en el Movistar Arena de Madrid

La noche del 8 de julio, el Movistar Arena de Madrid fue mucho más que una sala de conciertos. Se convirtió en un teatro emocional donde Fito Páez volvió a demostrar por qué sigue siendo un faro dentro de la música iberoamericana. A las 21 horas, bajo una cortina suave de luz blanca y celeste que homenajeaba a su bandera natal, apareció solo, sin banda, sin piano, con Amor es dinero a capela. Una elección valiente para abrir la noche y que desató los primeros aplausos sentidos.

Blanco, negro y una pincelada de rojo

Buenas noches, Madrid dijo Fito Páez y caminó hacia su piano de cola, casi como si se reencontrara con un viejo amigo o una extensión de su propio ser. El blanco y negro de las teclas marcó desde el inicio el tono estético y emocional del show: contraste, intensidad, matices. De vez en cuando, una pincelada en rojo —como su chaqueta de director de circo— rompía la monocromía con intención.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

El repertorio fue un recorrido sensible por su obra, con arreglos renovados, más suaves en algunos casos, más reflexivos en otros. Como cuando presentó Dos días en la vida diciendo que esta es una de las primeras canciones feministas de la historia. La interpretó con una delicadeza que le dio nueva vida, dejando claro que incluso sus clásicos siguen en transformación.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Un circo sentimental

El show tomó otro pulso cuando Fito apareció con esa chaqueta roja de director circense, megáfono en mano, y anunció el espectáculo ha llegado a la ciudad. Era el turno de Circo Beat, que explotó en el escenario como un número de varieté moderno: luces giratorias, músicos enérgicos y una audiencia entregada. Ya no había dudas: estábamos dentro de un viaje emocional diseñado con la precisión y el amor de una película. Arte que también domina el rosarino.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Sobre las tablas lo acompañaron ocho músicos, con sección de metales incluida, que le dieron un espesor sonoro a todo el repertorio. Su figura, más tanguera que en otras épocas, dialogaba con cada sección del show. Canciones como 11 y 6 y Llueve sobre mojado (compuesta junto a Joaquín Sabina) resonaron con otra madurez. Cómo te quiero, Joaquín, soltó Fito, provocando el aplauso unánime del público.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

También hubo espacio para su presente discográfico. Del álbum Novela, publicado este mismo año, sonaron Sale el sol, Maldivina, Turbialuz, Superextraño y Cuando el circo llega al pueblo, todas bien recibidas, con ese aire cinematográfico que atraviesa sus nuevas composiciones. Los dioses de la música aplaudían desde la platea más alta el directo del compositor argentino.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Una puesta estética cuidada al detalle

La producción visual fue sobria, elegante y eficaz. Blanco, negro como paleta principal y en menor medida, rojo. Dos enormes pantallas laterales ofrecían primeros planos de Fito Páez acariciando el piano o dirigiendo la banda con manos de orquesta. En uno de los momentos más honestos de la noche, dijo: Esto es un fuego que hacemos entre todos. Yo sólo traigo el carbón…, desatando una ovación que se convirtió en canto: Oé, oé, oé, Fito, Fito.

El cierre de la primera parte incluyó Un vestido y un amor, Tráfico por Katmandú y Y dale alegría a mi corazón, con el público ondeando banderas, camisetas y recuerdos. Una marea nostálgica que lo abrazaba desde todos los rincones del recinto. Vaya magnetismo con sus fans que tiene el compositor argentino y que rubrica, en cada visita nueva a la capital española.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Segunda parte: lo eterno no se oxida

Luego de un breve interludio musical con luces en tonos rosa proyectadas sobre el techo, Fito regresó al escenario con un cambio de look, más lúdico, para entregar otra ola de clásicos: Absolut vacío, La rueda mágica, Tumbas de la gloria, El amor después del amor, Brillante sobre el mic y A rodar mi vida. Cada canción encontraba su eco en la audiencia. Algunos lloraban, otros bailaban, otros simplemente cerraban los ojos y dejaban que la música hiciera lo suyo.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Hay algo universal en su obra, una capacidad para conectar lo íntimo con lo colectivo, que sigue intacta. Esa comunión con su público, generacionalmente diverso, es su mayor logro. Acorde a acorde, verso a verso, vocal a consonante, Páez, corrobora su eternidad. En vivo, eleva a la expresión más sublime, la máxima del idioma de Shakespeare, play: toca y juega sobre las tablas. Su castillo natural e ideal en el mundo, es el escenario.

Bises con corazón y distorsión

Cuando el reloj amenazaba y nos recordaba que todos somos súbditos de él, el dios Cronos, marcó el final. Pero no sin antes dos bises de los que dejan huella: Mariposa Tecknicolor (durante su ejecución recordé que fue la pieza que me sirvió de musa, de niño, para dedicarme a esto profesionalmente), interpretada con una carga emocional que hizo temblar el lugar, y Ciudad de pobres corazones, con un solo de guitarra incendiario y atómico a cargo de Juani Agüero que cerró todo en lo alto.

Finalizó así un concierto de casi dos horas y media, con el público de pie, aplaudiendo y gritando como si estuvieran en el estadio de Rosario Central. La ovación final fue de esas que se sienten en el pecho y que resuenan por años en el universo.

Antes de concluir, el agradecimiento sincero por su trabajo y el abrazo correspondiente a Juanjo Sánchez de INNERCIA Entertainment Spain.

La rueda mágica y musical de Fito Páez pasó por la capital española, esa ciudad, como tantas otras, en las que juega de local el músico argentino y con el número 10 en la espalda.

Fito Páez Movistar Arena de Madrid
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

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