Polar no entra haciendo ruido. Se instala en el pecho con sigilo, como esa idea que no se deja apartar. Javier Lekker regresa con un tema que respira pausa, contención y sinceridad. Una pieza que, sin buscarlo, pone palabras al desconcierto que a veces se cuela en lo cotidiano.
Este nuevo lanzamiento representa el primer paso hacia su próximo trabajo de estudio tras Arcade, su debut discográfico. Y aunque conserva algunos elementos electrónicos y melódicos que ya eran parte de su ADN, aquí se siente una búsqueda distinta, más afinada.
Entre lo que se dice y lo que se guarda
La producción, precisa y sin ornamentos, deja que cada capa respire. Nada en Polar parece estar por estar. Todo cumple una función, incluso los silencios. La voz de Lekker se mueve con cuidado sobre una base sintética contenida, como si susurrara desde una habitación vacía. “Y vivo del hielo que dejaste al llorar, le cuento mis penas a otro esquimal”, se escucha casi al final, sin dramatismo, sin pose.
El título no es casual. Hay algo en el clima de la canción —helado, sí, pero nunca distante— que habla de esa frialdad que a veces usamos para proteger lo que no sabemos decir. La franqueza de su letra y la decisión de no sobreproducirlo refuerzan ese tono confesional que ya empieza a consolidarse como una de sus señas de identidad.
Anticipo de una nueva etapa
Como primer adelanto, Polar perfila el rumbo de una segunda entrega que parece venir con menos artificio y más precisión. No hay giros grandilocuentes ni adornos innecesarios: solo una canción bien hecha, que no pretende explicar nada, pero lo dice todo.
Este sencillo refuerza a Javier Lekker como una de las voces más personales de la música alternativa en español. Una propuesta que sigue creciendo sin hacer concesiones, con una narrativa propia, construida desde los márgenes.