Y sí, parece que fue ayer cuando por primera escuché Gimme tha power y se me voló la cabeza. Era como Rage Against the Machine, pero ajustado a una realidad que se parecía más a la mía que a la gringa. Una suerte de panfleto político real de esos que se repartían en la calle, pero musical y latinoamericano, ¡de maíz! Con críticas a las injusticias sociales, a la calle, a lo que se espera del lado menos favorecido de la sociedad latinoamericana, que, si checamos treinta años después, se mantiene incólume, como la energía de Molotov.
Si metes en un molcajete rap, funk, rock y hasta cumbia, sale un tumbao que no tiene igual, ¡eso es Molotov!
Llegan a Caracas, Venezuela, este 16 de agosto de 2025, luego de dos años y no hay resistencia para verlos. Uno se pregunta: ¿cómo le hacen estos señores para mantener semejante nivel de fuerza luego de tres décadas? Y es que Paco, Micky, Randy –El Güero– y Tito, quien esta vez no nos acompañó, sin embargo, vino Javier de la Cueva. Ya son gente grande –contemporáneos conmigo–, pero con una energía que no envejece, que no vence.

Ellos tienen el poder, aunque lo sigan pidiendo
Si queda alguna duda de lo que significa Molotov para tres generaciones, solo basta ver a abuelos, hijos y nietos cantar a todo pulmón los temas de la banda. En mi percepción, cerca del 90% de aforo llegó temprano a la Concha Acústica de Bello Monte para ver a los güeyes de Molotov.
Muchos creerían que, como hacía un par de años nos habían visitado, no estaría a tope, pero esta fue otra locación y otra formación. Yo me he declarado desde hace mucho como fan de Tito Fuentes –hasta me dio su pick en el anterior concierto–, pero la curiosidad de ver al gran Jay de la Cueva era más grande que yo.
¡Se vino Jay!
Debo confesar, en primera persona, que si bien Javier es un monstruo multinstrumentista, un creativo infinito, me hacía mucha ilusión verlo con los Molotov. Desde sus pasos con Moderatto, que para mí fue un proyecto increíble, muy semejante a Steel Panther (pero sepan que Moderatto surgió un año antes), le había perdido la pista, y verlo ayer con su look rockstar irrenunciable y mostrando su genio y sus dotes como guitarrista, baterista y cantante, me ha dejado sin palabras.

Las rolas
Con un setlist que no defrauda, con los temas que todos queremos escuchar y que, aunque no lo hagamos a diario, basta que lo suelten para cantarlo completo, porque forma parte del soundtrack rebelde de nuestras vidas, esta vez repitieron Marciano, cover de I turned into a Martian de The Misfits. Para quienes hemos visto a los punks de New Jersey, emociona cada vez que Molotov lo toca, con ese intro cumbia que shockea y fascina en la misma proporción.
Amateur, no hay quien no conozca aquel clásico hit del ya desaparecido austriaco Falco, otro referente de la cultura pop ochentera, pero con su salsita de chipotle, guajillo y colorado.

El perro negro granjero, ese que suena a La Grange, aquel burdel al que los hermanos Gibbons de ZZ Top dedicaron el tema justo en el año en que yo nací. Los mexicanos le aportan su letra y lo hacen suyo. Incluido en el disco Con todo respeto, en donde se suman covers que nunca dejaremos de oír.
Y Demolición, de la banda peruana Los Saicos, considerados por fuentes serias como los precursores mundiales del punk rock. Probablemente las nuevas generaciones no lo han escuchado en su versión original. Más que un cover, Molotov rinde un homenaje con este tema que se queda en hold en nuestra cabeza por mucho rato.

Ayer me preguntaban por qué pienso que Molotov se mantiene y que no ha pasado de moda, tomando en cuenta a las nuevas generaciones y a las propuestas que ahora han entrado en el mercado musical. Y es que, sin dudarlo, el seguir fieles a su esencia, a sus ideales, a sus principios, ahora que son gente grande, con un kilometraje enorme encima y siendo multinstrumentistas todos, solo les da más fuerza y entrega más pasión a sus seguidores, quienes lo retornan trayendo a sus hijos y nietos. Destacando que ayer no hubo gente que se grabara a sí mismos cantando, y tal vez sea el concierto en el que he visto menos móviles encendidos: la gente fue a cantar, bailar y gritar chinga tu madre.
No hace falta decoración, ni colorines, ni atavíos. Es la esencia de una banda rebelde que dice en nuestra lengua lo que todos queremos gritar, con las palabrotas adecuadas.
Ahora es que le queda fuerza e historia a esa bomba de música y fuerza mexicana y latinoamericana de tres décadas que es Molotov.
Gracias a Cusica por hacerlo posible y a su increíble crew por el apoyo a los medios de comunicación.