Hay en las conciertos en los que la música no se escucha: se comparte y abraza. El viernes por la noche, Madrid fue escenario de una de esas comuniones sinceras, casi familiares. O’Funk’illo aterrizaba en La Riviera dentro del ciclo Road to Inverfest, antesala del festival que prepara su duodécima edición en 2026, y lo hacía además en pleno festejo de sus 25 años de trayectoria. El contexto estaba servido, pero lo que ocurrió dentro de la sala fue más allá de cualquier marco promocional.
Desde media tarde, los alrededores de la sala respiraban reencuentro. Grupos de amigos, brindis improvisados, camisetas gastadas por los años y una sensación compartida de cierre de etapa: no solo del año, también de una gira larga, intensa y generosa. La sala se engalanaba para una noche épica.
Con aroma andaluz propio: eau de killo
Hay momentos en los que tratamos de definir el arte. Según el diccionario de la RAE, una de sus acepciones es habilidad para hacer algo. Pues bien, para definir lo vivido en la mítica sala La Riviera con O’Funk’illo, cualquier adjetivo se queda pequeño. Integrado en el ciclo Inverfest, que sirve como preludio vital para el festival de invierno que se prepara para iniciar su decimosegunda edición en 2026 en tres sedes, la banda andaluza ofreció en Madrid una demostración brutal de talento.

En el aire flotaba un clima de fiesta, y no era para menos: la agrupación se encuentra celebrando sus primeros 25 años de vida y afrontaba el cierre de su gira con un concierto que fue una auténtica exhibición de sabiduría musical y abanico sonoro. El directo del grupo sevillano transita desde un reggae de autor, pasando por dosis de metal y rock, hasta desembocar en un funk furioso y adictivo. Todo ello aromatizado con ese perfume propio que poseen y comparten: eau de killo.
Arranque sin anestesia
Luces fuera y rugido inmediato sin preámbulos ni discursos. La banda saltó al escenario y abrió fuego con Riñones al Jerez. Un inicio que no deja espacio para la duda ni el calentamiento progresivo. Karaoke masivo desde la primera estrofa, brazos arriba y una certeza clara: aquello no iba de nostalgia, sino de presente muy vivo.

Sobre el escenario, Andreas Lutz y Pepe Bao ejercían de polos magnéticos. Voz y bajo como ejes de un engranaje mucho más amplio: batería, guitarras, teclados, percusión, coristas y una sección de vientos que aportaba músculo y matices. El sonido compacto, permitía que cada capa respirara sin estorbar a la otra.

Un repertorio que no entiende de géneros
El viaje continuó con El tatoo bootsy y Arte un waka, donde el funk se mezclaba con guiños al rock y al metal sin perder nunca el pulso bailable. Rulando terminó de sellar esa primera parte del set, con Lutz moviéndose de lado a lado del escenario, buscando la mirada del público, provocando respuestas corales casi automáticas. La gola de Andreas, creo que está en un momento de madurez artística plena. El helvético trasmite y contagia vitalidad.
El repaso a discos clave como No te cabe na’ y En el planeta aseituna se sintió como una reafirmación de identidad. Cada tema crecía en directo, ganando texturas nuevas, estirándose en jams controladas que encontraban su punto justo antes de desbordar. La temperatura va en aumento continuo y las velas desplegadas del barco van a toda velocidad.
A destacar, es lo acompasado que suena el combo en vivo. La liturgia de funk está presidia por Andreas y Pepe, pero los profetas andaluces, se han sabido rodear para esta gira con artistas de primer nivel. Desde la figura de dos coristas que hipnotizan con sus instrumentos vocales, pasando por los rítmicos vientos hasta desembocar en una percusión adictiva. Todos en escena, hasta doce músicos, conforman un verdadero Dream Team sonoro, el O’Funk’illo Live.

Groove, piel y raíces
Uno de los grandes aciertos del concierto fue esa sensación de navio en marcha constante. El groove como timón emocional, con Bao marcando el rumbo desde un bajo que parecía una extensión natural de su cuerpo. Cada línea era precisa, juguetona, elegante. La conexión entre músico e instrumento no necesita explicaciones cuando se ve así.
La producción visual acompañó con una gran pantalla central con gráficos dinámicos, colores cálidos y ritmos visuales que reforzaban la inmersión. Incluso las icónicas palmeras de la sala parecían balancearse al compás, atrapadas en esa telaraña sonora que iba envolviendo todo el recinto. Sevilla y Suiza hermanadas por un celebración de alta categoría: el primer cuarto de siglo de O’Funk’illo.

Calor, sudor y celebración
El tramo central del concierto elevó la temperatura aún más con Pachamama, Nos vamos pal kely y A’jierro. El público respondía con saltos, coros y un movimiento constante de cabezas que convertía la pista en un organismo único. Pura potensia, su último single, confirmó que la banda está en un gran estado de forma. El tema encajó con naturalidad y fue recibido como uno más del repertorio clásico.
Los solos instrumentales tuvieron su momento de gloria, celebrados con aplausos largos, vítores y silbidos cómplices. Agradecimientos sinceros y esa cercanía que O’Funk’illo maneja sin impostar.

Recta final y puerto seguro
Con la noche ya bien avanzada, la banda encaró el tramo final con Planeta aseituna, Mary Jane, Esso cuenno y Hasta las cejas. Cuatro golpes certeros que terminaron de vaciar cualquier reserva de energía que quedara en la sala. Tras el último acorde, llegó la ovación cerrada.
El abrazo final fue colectivo. Público, banda y sala fundidos en un mismo gesto. O’Funk’illo cerró su gira en Madrid dejando claro que, 25 años después, su funk andaluz sigue siendo tan físico como emocional y crearon una noche que se quedó en la memoria para siempre.

Antes de concluir quiero agradecer especialmente a la agencia de comunicación La Trinchera, a Judith Salcedo por su trabajo y profesionalidad permanente y a la banda, por su colaboración continua, en especial a Rafa Fajardo, por ayudarnos en todo momento para que podamos llevar a cabo nuestra tarea.
Inverfest, el festival de invierno que enciende corazones con música en su 12.ª edición.
O ́Funk ́illo, la nao del funky andaluz y universal triunfó en Madrid.




