Ojo de Dólar irrumpe como una sacudida directa a la cabeza. Desde Uruguay, Cielo Amnesia lanza una pieza que no busca provocar una reacción real. Guitarras, tensión constante y una letra que mira de frente a una obsesión colectiva: el precio de entregarlo todo al dinero.

La canción se siente real, directa, con esa electricidad que no se domestica. Hay algo áspero y honesto en su avance, como si cada compás estuviera diseñado para incomodar lo justo y obligarte a pensar.
Una identidad forjada en lo independiente
Cielo Amnesia es una propuesta independiente, autogestionada y actualmente unipersonal, con raíces místicas que se remontan a 2009. Su consolidación como banda llegó en 2018, y en 2024 el proyecto mutó hacia una forma más íntima y directa, sin intermediarios creativos.
Desde ese lugar, la música se vuelve un acto personal y político. La intención es directa: sacudir cerebros y cuerpos, llevar las cienes ardientes como bandera estética y emocional.
En lo sonoro, Ojo de Dólar avanza con un pulso firme. Las guitarras gritan con carácter, sin maquillaje, mientras la base rítmica sostiene una presión constante que mantiene la tensión viva. Todo empuja hacia adelante.
La mezcla prioriza la sensación antes que la pulcritud. Ese enfoque le da personalidad al tema y refuerza su espíritu frontal. Aquí no hay adornos que distraigan: cada sonido cumple una función narrativa.
Una crítica que atraviesa cuerpo y mente
La letra funciona como un espejo incómodo. El mensaje es directo y metafórico a la vez: cuando el corazón y el pensamiento se entregan al poder del dinero, algo esencial se pierde. No se trata solo de ambición; se trata de humanidad. Y esa idea queda flotando, sin moralejas forzadas, pero con peso.
El videoclip amplifica esa intención. No acompaña: potencia. Con una estética cuidada, animaciones precisas y una narrativa visual coherente, el video golpea donde duele y refuerza la crítica central del tema. Todo está alineado para que el mensaje no pase desapercibido.
Ojo de Dólar es una invitación a detenerse, a cuestionar, a sentir esa incomodidad necesaria que activa algo más profundo. Desde lo independiente y sin concesiones, la propuesta se planta con identidad propia y una convicción clara.




