Hola y Adiós en Madrid: la penúltima ceremonia de Joaquín Sabina
Colosales pantallas que se entremezclan con cortinas rojas digitales y el respetable rugiendo. Es la primera toma de contacto al ingresar al Movistar Arena el pasado martes 25 de noviembre de 2025 para presenciar el penúltimo concierto en la historia de Joaquín Sabina en el marco de su tour mundial Hola y Adiós.
Resumir una exitosísima y extensa carrera la cual lo ha tenido cantando toreando musicalmente en todo el universo, se hace imposible. Este relato es una pequeña pincelada emocional de lo acontecido en una noche de martes en la capital ibérica, debido a que los jueves son cobardes y los sábados comerciales, porque no existirán páginas suficientes en la historia de la humanidad, en papel o digital, para escribir los suficientes y merecidos elogios, piropos y adjetivos para el nacido en Úbeda, Jaén, España, planeta tierra, el 12 febrero de 1949. Aclaro esto porque más de alguno me ha consultado si este ser era mortal y de este universo. Entiendo la confusión humana de los asistentes al ser un poeta, un mito, un héroe y un dios de la pluma que se pronunciaba sobre las tablas por penúltima vez en su vida artística

Madrid llora con el pecho desgarrado al retirarse de los escenarios un artista que se encuentra sentado en la misma mesa literaria que Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Luis García Montero, Gabriel García Márquez, Benjamín Prado, Lope de Vega y Miguel de Cervantes, pero antes se seca las lágrimas y se cura las penas, echándose sal en la herida abierta con el histórico concierto que ofreció el prócer jienense.
La apertura: un vals para despedirse
Ingresan paulatinamente los músicos que acompañan al protagonista y se ubicaban en una plataforma con un frontal de luces leds. Se posicionan en corro y se lanza a modo de intro, el video clip de Un último vals mientras algunos de los amigos de Joaquín, aparecen en la pantalla ilustres como Calamaro, Serrat, Leiva, Ariel Rot, Ricardo Darin, Drexler, etc. y Sabina ingresa al imponente stage, quitándose el bombín, saluda a lo torero.

Toma asiento en un taburete alto que se encuentra en el centro neurálgico del escenario. Luce chaqueta oscure con ribete rojo y curiosamente, su tradicional sombrero, es de color claro. Cosa que en el segundo tercio del concierto cambió por uno oscuro. Eso es él. Las dos caras de la misma monera e incluso el filo de la misma. Pocos artistas pueden presumir de encontrarse entre el cielo y el infierno a la vez y para siempre.
Como no podía ser de otra forma, comienza a cantar Yo me bajo en Atocha y el recinto se venía abajo. Proseguía con Lágrimas de mármol y Lo niego todo ante un auditorio que gritaba en cuanto saludó Joaquín a todos los presentes. Se lo ve visiblemente emocionado. Cuenta historias y realiza introducciones con anécdotas y experiencias personales antes de cada canción. Ofrece cómplice el micrófono a la platea. Esta responde acompañándolo en todo momento. Por las pantallas se entremezclas continuamente trabajadas visuales, fragmentos de sus videoclips y el rostro en directo del trovador.

El dueño de la alquimia perfecta de la literatura, abraza simbólicamente a todos los fans que se levantan, que cantan, que bailan y que son una parte fundamental en toda la trayectoria del artista. Ambas orillas del atlántico lo arropaban en Madrid, como evidenciaba en las numerosas pancartas y banderas.
Canciones que sostienen una vida
Prosigue con Mentiras piadosas, Ahora que…, Calle Melancolía dedicada a viejos amigos como indicó y su himno 19 días y 500 noches , la cual logró que la incredulidad se vuelva a apoderar de mi espíritu al contemplar un encuentro único entre este profeta oriundo de la tierra de campos lunares y el respetable que latía al unísono en un karaoke homogéneo. Un cuadro de esos que se debe colgar para siempre en el museo del Prado o el patio central de la Alhambra. Una obra que se estaba llevando a cabo acorde a acorde, letra a letra a letra y aplauso a aplauso.

Siguen marcando el pulso de la velada ¿Quién me ha robado el mes de abril?, Más de cien mentiras, Camas vacías y Pacto entre caballeros. Estas dos últimas, interpretadas en la voz por Mara Barros y Jaime Asúa respectivamente. Joaquín presenta a la familia que lo acompaña sobre el stage con la rima correspondiente para cada uno de los músicos.

Liturgias íntimas en un martes madrileño
Desde su taburete continúa oficiando la penúltima ceremonia de su vida secundado por miles de acólitos. Dice de Purísima y oro que es su favorita de las canciones que ha escrito pero que sólo la canta en Madrid debido a que tiene un lenguaje de los años 40. Caen como una lluvia de seda en el ecuador del concierto con el homenaje correspondiente a la copla española, Peces de ciudad, Una canción para la Magdalena, Por el bulevar de los sueños rotos, Y sin embargo te quiero que fue hermanda magistralmente con Noches de boda / Y nos dieron las diez.

Último tramo y un epilogo antológico de Sabina
Después de una atronadora ovación y la interpretación de Antonio García de Diego de La canción más hermosa del mundo, se dispuso en su imponente taburete nuevamente, cual altar de cuatro patas y decorado especialmente para la ocasión con un bombín rojo brillante, con cambio de vestuario incluido. Bombín oscuro en su sien y encaró la recta final del show y casi de su trayectoria con Tan joven y tan viejo, Contigo y concluía apoteósicamente con Princesa.

Hasta siempre querido bombín
Foto de familia final con el público y millones de emociones recorren los cuerpos de los presentes, el rostro y los ojos de Joaquín también. Hasta Neptuno y Cibeles dicen presentes para ovacionar y aplaudir de pie a Sabina. Ya sabemos, entre dioses se entienden. El telón caía y Joaquín, se retiraba caminando, con el corazón entre las manos, después del penúltimo concierto que ofreció en su vida. Hola y Adiós.

Si es el final y es la última estación, yo me bajo en Atocha, me quedo en Madrid, con Sabina, llamado Joaquín.




