En el marco de la sexta edición del FeminaJazz en Madrid, más precisamente en el acogedor Café Berlín, se presentaba la talentosa artista, compositora y multinstrumentista Pía Tedesco. El repertorio de esta ocasión estaba dedicado, a modo de homenaje, a históricas figuras y emblemas femeninos de la España del swing, quienes en su momento fueron incomprendidas.
Además, la velada, a través de Pía Tedesco, reivindicaba nombres tan importantes como las Hermanas Russell, la vasca Mary Merche y la genial Rina Celi, pionera e innovadora del género swing o “Música Hot”, como se la denominaba en los años 30 del pasado siglo.
La artista sube al escenario y luce resplandeciente con un vestido rojo imponente, chaqueta negra corta y unas bailarinas negras casi imperceptibles. Deduzco que era para conectar directamente sus pies con las maderas del stage, ya que estas nobles tablas, provenientes de un árbol seguramente elegido de forma sabia para dedicar su vida a oír a músicos, y que sus piernas fueran las raíces mediante las cuales se iba ramificando el arte hasta apoderarse por completo de su esqueleto y terminara dando sus frutos convertidos en canciones expresadas a través de la voz de Pía Tedesco.
La virtuosa artista argentina afincada en Madrid hace casi un cuarto de siglo y con la cual pudimos mantener una enriquecedora conversación hace pocas semanas, interpretaba canciones como “Una chica con imán”, “Mimi Mimosa” de Rina Celi o “Carta de amor” para lograr una conexión inmediata con el respetable.
Destaco que la compositora se ha documentado largamente para este repertorio y ha investigado en profundidad a estas artistas antes del maravilloso concierto ofrecido en Madrid. En los laterales del Café Berlín se podían observar parejas bailando, y eso le daba un envoltorio diferente. Era como viajar al comienzo del siglo pasado a través de un barco llamado jazz.
Pía Tedesco se apoyaba para interpretar el magnífico repertorio en unos excelsos músicos, a los cuales les daba espacio para que también se lucieran. Hablamos de Néstor Ballesteros en piano y arreglos, Lila Horovitz en contrabajo, Gonzalo Maestre en batería y Joshua Díaz en clarinete. Un Dream Team musical.
La cantante se muestra cercana, feliz y con una voz que luce suave como la seda y con una profundidad digna de destacar. Canciones como “Tanto tienes”, “Swing café” o “No, no, no”, entre otras, hacen que el respetable no pare de aplaudir a la intérprete en una noche emocionante. Seguro estoy de que, desde el Olimpo del arte, estas mujeres homenajeadas aplaudían a Pía por su entrega y respeto a la obra. Me pongo de pie para escribir estas líneas y hacer mención a la magnífica labor del mítico ingeniero de sonido Guido Nisenson y cómo logró junto a los músicos un sonido tan pulcro y a la vez contundente.
Pía Tedesco lee un trozo de un manifiesto de una época antigua de España, de mediados del siglo pasado, donde las mujeres no tenían un lugar preponderante en la sociedad. Por fortuna, hemos avanzado, pero aún queda camino por recorrer en este aspecto. El show es emocionante, hace vibrar a sus seguidores.
Las canciones, a través del alambique musical y espiritual de la artista rioplatense y madrileña de adopción, reposan en su ser, para que, una vez destiladas en su interior, vean la luz y sean caricias para el alma de los presentes.
La talentosa cantante continúa perfumando con su voz nuestro corazón con piezas como “Mon Homme”, “Yo no me quiero casar” y concluye su show con “Miedo”. Espectacular ovación. Los insistentes vítores que recibió la compositora hicieron que regresara al escenario, y junto con los músicos interpretaron “Bei Mir Bist Du Schön”, para poner punto final a un viaje sonoro mágico que nos transportó al siglo pasado y puso sobre las tablas a importantes figuras femeninas de la música a través del alma de Pía Tedesco.