Entre guitarras y letras sinceras, el músico catalán Pol Batlle galopa hacia una nueva etapa con la presentación de su nuevo EP : A Caballo Voy . Este EP no es un alto en el camino, es una travesía, un puente elegante entre lo que fue y lo que apenas comienza a asomarse en el horizonte.
Tras Salt Mortal, aquel debut que lo posicionó como uno de los contadores de intimidades más delicados del panorama ibérico, Batlle regresa con un trabajo que suena a un viaje, pero también a renacimiento. Cinco canciones que no solo se escuchan: se sienten, se habitan, se llevan puestas como heridas que aún no terminan de cerrar.
A Caballo Voy, un EP que avanza con galope firme
Grabado junto a antiguos compañeros de Ljubliana & the Seawolf y producido por Ander Agudo —su cómplice sonoro desde los tiempos de Nubla—, A Caballo Voy deja atrás el folk de autor para abrazar guitarras más densas, más eléctricas, sin perder la calidez que distingue a su autor. Hay algo de Alabama Shakes en la música y un leve aroma a rock fronterizo de los noventa que recorre todo el trabajo.
En canciones como Echó a Quemar y Sinkin’, la dualidad lingüística no es ornamento: es eje narrativo. Y en La Piel, Batlle entrega una de esas piezas que se adhieren como un recuerdo que vuelve justo antes de dormir. El tracklist se completa con Weirdthing y Lost & Happy, reafirmando una intención clara: conmover desde la sobriedad, sin necesidad de fuegos artificiales.
El nuevo repertorio será presentado en directo en varias ciudades españolas. Las fechas anunciadas incluyen Barcelona (6 de junio, El Molino), Madrid (11 de junio, Sound Isidro), Lleida (20 de julio, Talarn Music Experience), Mallorca (2 de agosto, Lluna en Vers), y Menorca (21 de agosto, Es Claustre). Cada concierto promete ser un encuentro íntimo con un artista que convierte lo personal en universal, sin grandilocuencias.
Salt Mortal terminó con un gesto tan literal como simbólico —LA MUERTE DEL TORERO y el corte de coleta en escena—. A Caballo Voy es el paso siguiente, ese galopar posterior en el que ya no hay caída, pero tampoco certezas. Solo avanzar. Y en tiempos en los que el mundo parece exigir corazas, Pol Batlle insiste: la fragilidad también es fortaleza.
Mientras madura su próximo largo —aún bajo discreción—, Batlle continúa trazando un camino donde la canción es más espejo que consuelo, más proceso que refugio.