Ricky Martin convierte Starlite Madrid en una pista de emociones compartidas
La segunda jornada de Starlite Madrid confirmó que el festival invernal no vive solo de promesas. Tras el buen arranque con Melendi y Hermanos Martínez, la noche se reservaba un plato fuerte: Ricky Martin, en su única fecha en España, dispuesto a poner a prueba la acústica, la producción y el pulso emocional del auditorio. Todo lleno. Todo expectante.

Antes de que cayera la primera nota, el recinto ya funcionaba como una pequeña ciudad nocturna: la tienda STARLITE como parada obligatoria, el photocall por el que desfilaron Estrella Morente y Kiki Morente, por destacar algunos nombres, los stands solidarios de diferentes fundaciones sumando causas al ocio, tarotistas conviviendo con foodtrucks y unas empanadas de Tita de Buenos Aires haciendo de combustible previo. La experiencia, cuidada al milímetro, se estira hasta bien entrada la madrugada y es una forma de celebrar y entender la vida.
El rey del pop latino toma el mando
Pégate: Un arranque de pura adrenalina audiovisual
A las 21:35 horas, una intro audiovisual envolvente empezó a tensar el ambiente. Imágenes, luces, la banda asomando primero. El auditorio respondió con un rugido sostenido. Minutos después, el cuerpo de baile tomó el escenario y, finalmente, apareció Ricky Martin. Resplandeciente, directo al grano, abrió con Pégate. El mensaje era claro: aquí no hay calentamiento, hay ritmo desde el primer compás.

Sinceridad y hits: El lado más humano del artista
Condensar más de cuatro décadas de carrera no es tarea fácil, pero el setlist avanzó con oficio y dinamismo. María y Shake Your Bon-Bon encendieron el modo fiesta; Vuelve bajó las pulsaciones sin perder intensidad; Qué rico fuera devolvió el vaivén de caderas. El público, de pie desde el inicio, asumió su papel de coro masivo con naturalidad.

Entre cambios de vestuario y entradas y salidas del cuerpo de baile, el cantante se mostró cercano. En un momento de pausa, mano al corazón, compartió una confesión honesta sobre recientes episodios de ansiedad y ataques de pánico. Agradecía por el cariño y por el apoyo de los fans que lo habían ayudado a lidiar con estaos problemas de salud. El auditorio respondió con una ovación cálida, de esas que no buscan ruido sino abrazo. La velada también fue testigo de una sentida reflexión del artista boricua: Sin música no hay vida.

Entrega total y conexión con el público
La conexión fue plena y absoluta durante todo el directo de Ricky Martin. Karaoke al unísono y esa sensación de estar siendo testigo en primera persona de un espectáculo de esos que dejan huella en el alma. El interprete no cesa ni un instante. Se entrega en cuerpo, alma y espíritu. Eso se refleja en su rostro todo sudado y en su pecho agitado. Transita por la tarima de costa a costa regalando besos y saludos continuamente. Un frontman de los mejores del panorama internacional sin lugar a dudas.

Despliegue técnico y memoria colectiva
La producción acompañó majestuosamente. Tres pantallas gigantes alternando visuales y planos del directo; músicos distribuidos en tarimas a distintas alturas —bajo, batería, percusiones, vientos, teclados y guitarras— con frentes de LED que sumaban profundidad. El sonido, pulcro y preciso, permitió que cada bloque del repertorio respirara.

El tramo central fue un ejercicio de memoria colectiva: She Bangs, Tu recuerdo, Lola, Lola enlazada con La bomba. Sonrisas arriba y abajo del escenario. Muchos clubes de fans, llegados de distintos puntos de España y de fuera, recordaban que esta era una cita irrepetible.
Apoteosis final con Livin’ la Vida Loca y La Copa de la Vida
La energía volvió a subir con La mordidita, Por arriba, por abajo y Vente pa’ ca. Coreografías guiadas desde el escenario, respuesta inmediata desde las gradas. El cierre llegó con dos clásicos que no necesitan presentación: Livin’ la Vida Loca y La Copa de la Vida. Confeti, fuego y un final en alto. Ricky Martin se despidió lanzando besos mientras el reloj ya apuntaba hacia la medianoche. Sensación general: concierto para enmarcar del cantante puertorriqueño.

La fiesta continúa: Fonsi Nieto en las Lounge Sessions
La noche no terminó ahí. En el escenario Lounge Sessions, Fonsi Nieto, otrora destacado piloto de motociclismo y ahora DJ, nos invitaba a celebrar su cumpleaños en el segundo stage. Al ritmo de las consolas, un cuerpo de baile conducía la celebración y celebró su aniversario de vida a los mandos de la cabina, alargando la experiencia con una after party animada hasta bien entrada la madrugada.

Starlite Madrid sigue encendido hasta el 23 de diciembre, afinando una fórmula que mezcla conciertos de primer nivel, gastronomía, causas solidarias y celebración nocturna. Una experiencia pensada para vivirla sin prisas, en cuerpo y alma. Disfrútala y sumérgete por completo en el mejor festival boutique del mundo.




