Como se sabe, los venezolanos estamos invadiendo al resto del mundo. De hecho, David Smolansky declaró en su condición de comisionado de la OEA que Lima alberga a más de un millón. En otras palabras, la capital peruana es la quinta ciudad con más venezolanos en el planeta (solo superada por 4 urbes en tierras de «esta ribera del Arauca vibrador»: Caracas, Maracaibo, Valencia y Barquisimeto, en estricto orden).
Ahora bien, ¿debería extrañarnos? Mantenernos en Venezuela es un acto de amor o inconsciencia; también podría ser de temor a lo desconocido -no lo sé ni lo juzgaré- pero el caso es que la vida en este país es digna de Mad Max. Por otro lado, si hace 200 años personas como Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y compañía se fueron a caballo por Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, ¿no se van a ir en autobús sus descendientes? Ni la selva del Darién los puede parar. ¡Llegaron a Times Square!
Imagino que muchos países serán en 20 años algo como lo que vemos en la selección francesa de fútbol: todos descendientes de emigrantes, aunque, en este caso, de venezolanos. Espero que Dios me conceda vivir para escuchar a un chileno o mexicano decir algo como «Chamo, me jarté toda la papa que había en ese perol, una mamarra’e palangana, y de vaina me da un yeyo, porque sentí una pálida arrecha por tapusarme todo. Me voy a meter un palo’e cocuy a ver si esa güarandinga me baja del güergüero la vaina y no me da el patatús».
Me encanta su gastronomía, pero la música chicha o cumbia psicodélica peruana es uno de mis placeres ocultos. Escucha el Playlist que diseñé especialmente para ti en el canal de Arepa Volátil en Spotify:
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