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ToggleLa música no espera: Aranda del Duero se despertó con ritmo
Jueves, 7 de agosto. El segundo día de Sonorama Ribera 2025 arrancó cuando el sol aún no se había ganado su sitio en lo alto. Las calles de Aranda del Duero estaban en modo festival desde antes del mediodía, y no era para menos: la jornada prometía emociones desde el primer acorde. A las 12 en punto, los escenarios de la Plaza de la Sal y la ya mítica Plaza del Trigo abrían fuego con una programación de vértigo que combinaba historia, apuesta emergente y sorpresa.

Uno tras otro, nombres como EZEZEZ, Animal Oculto, Chicle, Álamo 51, DenisDenis o Niños Bastardos tomaron el pulso a un público que abarrotaba cada rincón del centro histórico. El calor no frenaba la energía, solo se fundía con ella. Los Galvan, Optigan y EMDIV mantuvieron la llama encendida hasta que llegó una de las bombas inesperadas del día: la aparición de Despistaos, que desató el delirio con una actuación que nadie esperaba y todos celebraron. El clásico Física o química sonó como si nunca hubiese dejado de sonar en nuestras vidas.

Mientras tanto, en otro punto del festival, se celebraba la conferencia de prensa oficial. Los hermanos Café Quijano, visiblemente emocionados, compartieron sus sensaciones de tocar en un festival con alma. Y no exageraban. Las autoridades oficiales pertinentes y el director del Festival, Javier Ajenjo, volvieron a destacar la importancia de que en un futuro próximo el tren llegara a la localidad castellanoleonesa.
Ciencia, tradición y un lechazo antes del gran salto
Un necesario paréntesis antes de reponer fuerzas con lechazo, vino de la Ribera y una sombra agradecida. Como ya es tradición, Sonorama va más allá de la música. El espacio Big Bang ofreció un rato para respirar ciencia, entre charlas accesibles y divulgación.
Cuando el reloj marcó las siete, el ambiente se cargó de esa electricidad particular que flota en el aire antes de un gran espectáculo. A la entrada del recinto, el cartel con la frase La vida es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama se convertía en el primer selfie obligado de la tarde.

Arizona Baby, ASH y Ginebras: guitarras con alma y desenfreno
El Stage Ribera del Duero se estrenó con la elegancia cruda de Arizona Baby, maestros en crear atmósferas sin prisas pero con profundidad. Entre temas como Shiralee y The Truth, la banda ofreció una actuación sobria, casi hipnótica, con ese tono sureño que huele a polvo y a carretera. El público, entregado, no necesitó saltar para estar arriba.
Luego llegó la avalancha de energía de ASH, desplegando músculo escénico y un repertorio que no da tregua. Con Burn Baby Burn y Shining Light pusieron a saltar hasta al personal de seguridad. El trío norirlandés fue directo, potente y preciso.
El relevo lo tomó Ginebras con su esperado cierre de gira. Fue una fiesta multicolor, llena de coreografías espontáneas, globos, confeti y el público cantando de principio a fin. La típica canción y Alex Turner sonaron como himnos de una generación que ya siente nostalgia antes de tiempo. La conexión con el público fue total: cercanas, naturales, agradecidas. Se despidieron diciendo Gracias, Sonorama, por darnos una gira tan bonita, y fue imposible no creerles. Las esperamos con los brazos y el alma abierta para el próximo disco.

Café Quijano, Viva Suecia y Siloé: el triplete de la noche
La noche avanzaba y subía el listón. En el escenario principal, Café Quijano firmó una actuación a medio camino entre el homenaje y el reencuentro. Temas como La Lola o Desde Brasil fueron coreados como si el tiempo no hubiera pasado. El sonido fue limpio, la puesta en escena elegante, y la banda supo equilibrar emoción y oficio con una sonrisa franca. Sus canciones incluidas en su disco Miami 1990 sonaron excelsas.

Después, llegó la tormenta desde Murcia. Viva Suecia arrasó con una actuación eufórica y poderosa. El bien, No hemos aprendido nada y Los años se sintieron como ráfagas de intensidad emocional. Hubo pogo, abrazos y lágrimas. La banda, con su frontman en modo volcán, dejó claro por qué están en la cima del indie nacional. Sois la mejor gente del mundo, Aranda, soltó entre canción y canción, y se lo ganaron. La banda recuerda que han pasado por todos los stages del Sonorama y que se sienten como en casa en Aranda. Sin lugar a dudas, uno de los triunfadores del festival.
Pero el verdadero golpe maestro llegó con Siloé. Su set fue un masterclass de cómo construir una narrativa musical sin perder energía ni identidad. Conjugando electrónica, folk y un trabajo visual impecable, firmaron uno de los momentos más sofisticados y emocionantes del día. No hubo fuegos artificiales, no hacían falta. Ellos son el espectáculo.
Diversidad sonora y humor con personalidad
Mientras todo esto ocurría, los escenarios AFMCYL y GLO MUSIC seguían su ruta con propuestas que iban del pop delicado de Maren al punch emocional de Hey Kid, pasando por Camellos y Capitán Sunrise, que sacaron sonrisas y aplausos por igual.
En el stage Comedia, el humor también tuvo su espacio. Igor Paskual y Miki de Kai entre otros, que se ganaron al respetable a base de ironía, ritmo verbal y cercanía. Un oasis de carcajadas en medio del vendaval musical.
Final de fiesta: Pignoise, Cupido, Trashi y DJ Nano
La recta final de la jornada fue una montaña rusa emocional. Pignoise revivió una adolescencia colectiva con Nada que perder y Te entiendo, mientras Cupido hizo lo suyo con ese pop entre lo kitsch y lo sincero que ya es marca de la casa.
Trashi puso la cuota electrónica con una sesión donde el beat fue rey, Ani Queen desplegó talento y como cierre, DJ Nano tomó el control del escenario como si se tratase del último baile del mundo. Con visuales envolventes, mezclas finísimas y una actitud de celebración absoluta, nos dejó con la sensación de que la vida, efectivamente, es lo que pasa entre un Sonorama y otro.
El reloj marcaba que el alba se aproximaba y era bien entrada la madrugada, cuando la última canción explotó sobre el campo de Aranda. Abrazos, ojos brillantes y cuerpos agotados pero felices. Otra jornada épica para el archivo sentimental de este festival que no quiere ser solo música, sino memoria compartida.

Nos vemos en la tercera jornada que promete emociones y sorpresas varias. Porque la vida, es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama.
Autor
Redactora musical, camarógrafa y enviada especial de Arepa Volatil. Mi profunda pasión por la música se remonta a mi infancia donde, gracias a mi padre, fui expuesta a una amplia gama de estilos y sonidos que van desde la opera pasando por el flamenco más puro, el pop de autor, hasta desembarcar en el blues, el mas furioso rock y otros géneros musicales del mundo. Un lenguaje tan diverso, pero tan universal, que logró crear una conexión tan profunda que necesita ser no sólo vivida, sino compartida. De ahí mi vocación por crear contenidos que inspiren y conecten a las personas con la música y a esta, con el mundo, cual ríos que buscan alcanzar el mar. Ya lo dice el mismo Sabina..."como un Pato en el Manzanares".