El concierto de AC/DC en el Metropolitano el pasado 16 de julio fue mucho más que un espectáculo. Fue una celebración entre varias generaciones, un repaso arrollador de cinco décadas de rock y una experiencia que se quedará grabada en la memoria de más de 50.000 asistentes. A pesar de un sonido que al inicio no terminó de acompañar y hacer justicia al inicio de la presentación —If You Want Blood arrancó con una reverberación que dificultaba entender a Brian Johnson desde las gradas—, la noche remontó sin embargo.
La explosión del público se dio con Back in Black, el punto de inflexión que desató una conexión colectiva. Era imposible no emocionarse viendo cómo distintas generaciones coreaban una canción que ya es parte del ADN del rock. Sobre el escenario, Angus Young se movía con una vitalidad alucinante, como si fuera la primera vez que pisaba un escenario. Saltaba, corría, sonreía… y el público lo acompañaba con una energía similar.

Thunderstruck y un trueno eléctrico sobre Madrid
Demon Fire y Shot Down in Flames marcaron el ritmo de un bloque que nos llevó directo a uno de los grandes momentos de la noche: Thunderstruck. Las pantallas se llenaron de rayos eléctricos que parecían recorrer a los músicos como si la electricidad fluyera entre ellos y el escenario. Fue un grito casi colectivo. Le siguieron Have a Drink on Me y Hells Bells, donde una inmensa campana descendió del techo con el logo de la banda, marcando con su sonido las primeras notas de esta pieza icónica.
Angus Young, solos eternos y un cierre con cañones
Shot in the Dark, Stiff Upper Lip y Highway to Hell mantuvieron la temperatura en lo más alto, mientras el calor comenzaba a hacer mella tanto en los músicos como en los asistentes. La puesta en escena demostró un dominio técnico, con pantallas que facilitaban la visual en todos los ángulos del estadio y un performance visual aprovechado en cada momento.
El show continuó con Shoot to Thrill, Sin City, Dog Eat Dog, Dirty Deeds Done Dirt Cheap, High Voltage, Riff Raff, You Shook Me All Night Long y Whole Lotta Rosie. Después, Let There Be Rock y el épico solo de guitarra de Angus Young, extendido casi diez minutos, marcó el punto álgido de la noche.

El falso final fue seguido por T.N.T. y For Those About to Rock (We Salute You), con seis cañones disparando estruendos mientras el Metropolitano se convertía en una fiesta de rock puro.
Pese a los problemas acústicos del estadio y las altas temperaturas, AC/DC selló otra noche histórica en Madrid, reafirmando su legado como una de las bandas más emblemáticas del rock mundial.
¿Estuviste en el concierto? Cuéntanos cómo lo viviste: ¿qué fue lo mejor de la noche para ti? ¿Y lo que menos disfrutaste? Queremos leer tu experiencia, tus momentos favoritos y hasta esos detalles que quizá no salieron perfectos. Tu visión es parte del legado de esta noche histórica. Te leemos en los comentarios de esta crónica.