Los recuerdos son esa serie de sucesos de nuestro pasado que mantenemos vivos en nuestra mente, pero de esas remembranzas de nuestra niñez, ¿podemos ya, como adultos, saber qué fue real y qué una fantasía que unimos a esa realidad ya muy lejana? ¿Podríamos saber qué sucedió en realidad y qué fue una simple fantasía? Este es el viaje que nos propone la directora escocesa Charlotte Wells con su filme «Aftersun».
«Aftersun» nos lleva al corto viaje de vacaciones de Sophie, una niña de 11 años, con su padre a un balneario. Pero todo esto es contado a través de las grabaciones realizadas por ella misma con una videocámara de la época. Es allí donde la directora hábilmente nos convierte en un espectador que, sin permiso, ve todas aquellas vivencias tan personales e íntimas entre un padre y su hija. Sentimos que invadimos su privacidad y sus recuerdos, y nos volvemos íntimos con Sophie.
Toda esta magia sería imposible si no fuera por la maravillosa simbiosis que existe entre sus protagonistas. Paul Mescal, quien ya venía de hacer una increíble actuación en la serie limitada «Normal People», ahora nos deleita con la creación de ese padre que lo da todo por su hija, a pesar de su estado mental y emocional. Y la pequeña pero gran actriz Frankie Corio, que debuta en el mundo del entretenimiento con pie de plomo al no amilanarse frente a Mescal, nos brinda una interpretación magnífica, sin costuras sueltas. 10/10 para ambos.
«Aftersun» fluye tan naturalmente que casi parece un documental. Podría decirse que es la reinvención del «found footage» para el drama. La música no es intrusiva, es totalmente incidental, ya que forma parte del ambiente, de cada momento; no es un mero fondo musical. La fotografía está muy bien lograda, ya que proporciona esa auténtica textura que requiere el filme. Definitivamente, esta película es una de las mejores de lo que fue el 2022 y el 2023. Debería haber sido la mejor película del año en la pasada edición de los Oscar. Pero bueno, son los premios de la Academia.
Tráiler de Aftersun
«Aftersun» nos regala un poco más de hora y media de un drama auténticamente real, como el que pudimos o podemos vivir cualquiera de nosotros. Nos hace reflexionar sobre lo que somos, lo que vivimos y lo que deseamos ser en el futuro, y sobre las frustraciones actuales que nos llevan a ver un pasado menos traumático. Un recuerdo bonito. Una vida mejor.
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