InicioReseñasBilal en Villanos del Jazz: una liturgia de groove, alma y verdad

Bilal en Villanos del Jazz: una liturgia de groove, alma y verdad

Bilal convierte la noche del lunes en un ritual

Sala Villanos, Madrid — Lunes, noviembre de 2025 La semana arrancó en Madrid con una de esas noches que justifican el amor por la música en directo. Dentro del ciclo Villanos del Jazz 2025, dedicado este año a leyendas como Gato Barbieri, Jerry González, Tito Puente, Cachao, Chico O’Farril y Chucho Valdés, a los 25 años del estreno del documental Calle 54 de Fernando Trueba y al gran dibujante Francisco Ibañez, la sala Villanos se llenó hasta la última fila para recibir a Bilal Sayeed Oliver, un artista que no solo canta: invoca.

Preludio en clave Ryat

Antes del hechizo principal, Ryat se encargó de abrir la velada con un set breve, intenso y envolvente. La artista estadounidense apareció sonriente, guitarra en mano, para desplegar un tejido de sonidos entre el pop más etéreo y la experimentación digital. Loops, pistas y una voz que parecía desplazarse por distintos planos emocionales. Cada canción era un pequeño universo en expansión, sostenido con naturalidad y sin artificios.

En su concierto, logró atrapar al público. Al despedirse, con una reverencia sencilla, dejó tras de sí una sensación de descubrimiento. El respetable la despidió con aplausos largos, de esos que reconocen el talento sin necesidad de palabras.

Bilal y su ceremonia de los sentidos

Minutos después, con el logo de Villanos iluminando el fondo del escenario, los técnicos dieron los últimos retoques. Eran las 20:35 horas cuando Bilal entró acompañado de su banda —guitarra eléctrica, bajo y batería— bajo un murmullo expectante que pronto se transformó en ovación.

Desde el primer acorde, su presencia llenó el aire. Su voz, de un rango casi irreal, comenzó a deslizarse por Sunshine, uno de los temas más celebrados de su álbum Adjust Brightness. La sala, ya completamente entregada, marcaba el pulso con los cuerpos, como si una corriente invisible conectara cada asiento con el escenario.

Bilal en Villanos del Jazz
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

El segundo tramo del concierto se convirtió en una sucesión de pinturas sonoras: The Story dibujó un paisaje íntimo, mientras Adjust Brightness estalló con una energía que recordó al mejor soul de los 70, filtrado por la sofisticación contemporánea del jazz más libre. Cada músico tuvo su momento: la guitarra con frases precisas, el bajo pulsando con groove medido, la batería abriendo espacios como si respirara junto al cantante.

Bilal en Villanos del Jazz
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Entre tema y tema, Bilal hacia gestos cómplices con el respetable. Movía sus manos. Mostraba estar sintiendo sus raíces musicales en cada nota.

Bilal en Villanos del Jazz
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

La voz como instrumento divino

Uno de los puntos álgidos llegó con Live On, su último single, recibido con un entusiasmo que desbordó la sala. Algunos asistentes coreaban fragmentos, otros simplemente cerraban los ojos. Bilal modulaba la voz con precisión quirúrgica: falsetes imposibles, graves que rozaban el suelo, y un control expresivo que convertía cada nota en relato.

Bilal en Villanos del Jazz
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Durante casi dos horas, el show navegó entre distintos estados de ánimo. Hubo momentos de puro trance, donde la improvisación dominaba y el cuarteto se movía como una sola criatura, y pasajes más viscerales, casi rockeros, donde la intensidad se desbordaba.

Bilal en Villanos del Jazz
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

El sonido, nítido y pulcro, permitió apreciar cada detalle. No hubo artificios visuales: solo luces cálidas, un escenario sobrio y la sensación de estar presenciando algo honesto, trabajado desde la raíz.

Bilal en Villanos del Jazz
Foto: Henrique Pratas @henrique_pratas

Epílogo: un adiós que no quería llegar

Tras una última reverencia y un bis previo, Bilal cerró su concierto en Madrid con una versión extendida de Sometimes, envuelta en un groove lento y espiritual. La sala entera se levantó, aplaudiendo con una fuerza que retumbaba en las paredes.

Sin discursos, sin poses, el músico sonrió, agradeció con la mano al corazón y desapareció entre las luces bajas. Quedó la sensación de haber asistido a una ceremonia más que a un concierto: un encuentro donde el jazz se cruzó con el alma, y donde Villanos del Jazz volvió a recordarnos por qué la música en directo sigue siendo uno de los últimos actos de fe colectiva.

Bilal pasó por el ciclo Villanos del Jazz en Madrid y ofreció una liturgia de música.

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Autor

  • Bilal en Villanos del Jazz

    Redactor, fotógrafo y entrevistador de Arepa Volátil. El riff como capa, la poesía como espada y el rock and roll como sangre bendita. La música, el único escudo.

    Escritor de pluma honesta, siempre atento a las propuestas emergentes, a los artistas que rompen moldes y con devoción suprema a los dioses de la música.

    Rockstar a mi manera.
    Los shows en directo, la sal de la vida.

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