La noche del lunes 23 de junio en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII no fue solo un concierto: fue una ceremonia de groove, una invocación sagrada a los poderes del funk, el soul y el R&B. Una de esas veladas que no solo se presencian, sino que se habitan. Era el momento que tantos fans de toda España habían esperado: Chaka Khan en Madrid, emperatriz de la canción, cincuenta años de historia a sus espaldas y una voz que arrasa con todo.
Noches del Botánico: una experiencia completa
Sin lugar a dudas, Noches del Botánico se reafirma, concierto tras concierto, jornada tras jornada, actuación tras actuación, en su apuesta irrenunciable a la máxima calidad en cada espectáculo. Seguramente, este compromiso fue uno de los motivos que tuvo en cuenta la Academia de los Premios de la Música de España al otorgarle el galardón a Mejor Evento Musical del Año por lo realizado en 2024. Este año, siguen la misma senda. También es importante destacar que el recinto apuesta por la sostenibilidad: recicla materiales utilizados en ediciones anteriores, cuenta con una amplia y variada oferta gastronómica internacional y dispone de cómodos espacios para disfrutar cada día. Todo esto, además, bajo la atenta ayuda y profesionalidad de su staff. Es sin duda uno de los mejores conciertos de Madrid en 2025.
Donny’s Black Shoes: groove como aperitivo
Antes de la llegada de la leyenda, el escenario Momentos Alhambra se encargó de calentar las caderas y preparar los sentidos. El grupo Donny’s Black Shoes ofreció un set corto pero cargado de energía y respeto por la tradición funk. Con una base rítmica firme como un reloj suizo y arreglos que evocaban los 70’s y 80’s, hicieron que el público comenzara a bailar con temas como I can remember your name y Why?!?. Mención especial para Daniel López, quien desde los teclados tejío texturas cálidas y elegantes. Aplauso grande, sincero, bien ganado.
Una diva entra en escena: del video a la ovación
La pantalla central proyecta un video que puso el listón alto: imágenes de archivo, fotos de galardones, reconocimientos y premios recibidos por la protagonista de la jornada y testimonios de artistas como H.E.R, Whitney Houston, Grace Jones o Joni Mitchell, repasaban la trayectoria de una artista que ha sido muchas mujeres en una sola voz.
Y entonces, el primer estallido: This is my night. La banda —formada por músicos de precisión quirúrgica— ya estaba marcando el ritmo, pero fue su entrada lo que hizo temblar el jardín. Chaka Khan apareció sonriente, majestuosa, sabiendo que el escenario es suyo con solo pisarlo. En castellano, saludó al público con un guiño cómplice: “De Madrid, al cielo”. Pero antes, ella lo llenó de música.
Un recorrido por los sentidos y las décadas
A lo largo del show, Chaka tejó un tapiz sonoro que no se dejó fuera ningún color: soul, funky, disco, R&B, pinceladas de rock. Todo convivía con naturalidad bajo la guía de su voz, intacta, flexible y poderosa. Las canciones fluían una tras otra como capítulos de una misma historia: Do you love what you feel, Tell me something good, Everlasting love, I feel for you. Cada una con arreglos medidos, espacio para el lucimiento instrumental y para que ella las llevara, una vez más, a su terreno.
Y lo hizo: Chaka Khan no interpreta canciones, las reinventa. Sean suyas, de Rufus, de Prince o incluso de los Average White Band, todas se transforman en declaraciones de poder y talento. El medley a mitad de show fue uno de los puntos más altos: I’m a woman (I’m a backbone), What cha’ gonna do for me y Sweet thing enlazadas sin fisuras, como si compartieran un mismo pulso cardíaco.
La sección rítmica fue impecable. Sonido nítido, sin excesos, y una compenetración que solo dan los años en la carretera. Los músicos se lucieron, no por vanidad, sino porque sabían que estaban construyendo algo colectivo, y se notó. Una auténtica celebración de la música soul en vivo en Madrid.
El público, rendido
El público, una mezcla de fieles de toda la vida, melómanos de oído fino y nuevas generaciones curiosas, acompañó y fue parte del espectáculo. Bailó, coreó, se emocionó. En los momentos más íntimos, contuvo el aliento. En los más eléctricos, explotó.
A destacar cómo Chaka Khan manejó el ritmo emocional del show: lo fue llevando desde la nostalgia elegante hasta la euforia compartida, sabiendo cuándo calmar las aguas y cuándo avivar la llama. Esa maestría escénica no se improvisa: se cincela con décadas de escenarios a la espalda.
Final de fiesta: himnos eternos y ovación merecida
Lamentablemente el concierto tuvo su final. Pero fue un cierre de los que dejan huella. El tridente final golpeó directo al centro del alma colectiva: You got the love, I’m every woman y, para rematar, Ain’t nobody. Cada una con una ovación más intensa que la anterior. La última, con todo el público en pie, agradeciendo con las palmas lo que los ojos no podían procesar y el cuerpo apenas sostenía.
Tras un sentido saludo, Chaka Khan se despidió. Lo hizo como viven las leyendas: sin aspavientos, con el aura intacta. Dejó tras de sí una estela de emociones que aún resuenan por los pasillos de la Universidad Complutense de Madrid, como ecos de una noche en la que la música fue, de verdad, eterna como su voz.
