Hay películas que terminamos de ver y quedamos con un ruido interno muy intenso que no nos deja el pensamiento tranquilo. Es allí donde siempre digo que ha triunfado su creador. No necesita una película obtener 9 premios de la Academia o ser la más ovacionada en Cannes para ser ganadora. Para mí, una película es triunfadora cuando su historia y puesta en escena logran que no puedas sacarla de tu cabeza. Y el director Zack Cregger lo ha logrado nuevamente con Weapons.
Y digo nuevamente porque en el 2022 Cregger sorprendió tanto al público como a la crítica especializada con Barbarian. Un filme de esos que tienen un cambio de guion tan marcado que dio mucho de qué hablar, y terminamos con la sensación de haber visto dos películas en una. Incluso llegó a sembrar dudas en usar un Airbnb.
Terror cotidiano
Este año Zack Cregger nos viene a atormentar desde otro puesto de la trinchera. Primero, sumergiendo a cada espectador en la cotidianidad y el temor oculto que hay detrás de ella: desde el impacto del bullying en un niño hasta el temor a ser descubiertos en una infidelidad. En el argumento podría parecer tonto decir esto, pero Cregger se ha vuelto especialista en hurgar sutilmente en lo que inquieta al ser humano real y convertirlo en algo perturbador. Es así como nos da un preámbulo a lo que nos irá desvelando a medida que seguimos adentrándonos en Weapons.
Aquí es inevitable pensar en el camino que están trazando otros directores contemporáneos como Jordan Peele, Ari Aster o Robert Eggers, quienes también exploran terrores íntimos y sociales. Cregger se suma a esa corriente, pero con un sello personal que apuesta más por la tensión cotidiana que por el simbolismo.
Las armas de Weapons
Weapons tiene como talentos a actores como el veterano Josh Brolin, quien personifica a Archer, papel que estuvo a punto de ser para Pedro Pascal, pero por compromisos no pudo cerrar el trato. Eso sí, Brolin hace un muy buen trabajo. Junto a Julia Garner como Justin, la protagonista del filme, quien a mi parecer está precisa en el desarrollo de su personaje, sin mucho que decir. La sorpresa de Weapons, a pesar de su corta edad, es Cary Cristopher, en quien recae el peso de toda la película y hace un muy buen trabajo actoral.
Más allá del reparto, vale destacar que la película se beneficia de una producción que entiende el género. La fotografía y el diseño de sonido no son simples adornos, sino armas narrativas que potencian el discurso de Cregger sobre la fragilidad social.
Experiencia sensorial
Weapons nos regala una fotografía magnífica, usando la oscuridad como otro protagonista más, que está allí presente ayudando a Zack Cregger a desajustar nuestra psique. Y esto es acompañado con un score que definitivamente necesita un muy buen sonido en cine o casa para poder disfrutar totalmente la experiencia.
Esa combinación recuerda que el terror no solo se cuenta, también se escucha y se observa con el cuerpo. Es cine que busca incomodar con todos los sentidos.
El terror, el gran protagonista del cine actual
Weapons es un filme sobre el control social, el dejarse manipular y ser manipulados, ser vejados, humillados. ¿Quién lleva los hilos? ¿Qué tan ciegos estamos? Estas son parte de las premisas que Weapons nos muestra, en una vuelta de tuerca muy bien ejecutada del cine de terror actual, que nos ha estado regalando guiones originales y contundentes en un momento del cine donde todo es un copia y pega absurdo.
En un panorama saturado de remakes y secuelas, propuestas como la de Cregger se agradecen: cine de terror que no teme reflexionar sobre la condición humana, más allá del susto fácil.
¡Bien por Zack Cregger, bien por Weapons!
