Arde Bogotá incendia Sonorama Ribera con su Eclipse y convierte Aranda de Duero en epicentro emocional de la música
Un sábado inolvidable que hizo historia en la edición número 28 del festival
Aranda de Duero, sábado 9 de agosto de 2025. Eran las 22:50 cuando el cielo se abrió, no para llover, sino para brillar. Un enjambre de drones sobrevoló el recinto principal del Sonorama Ribera, dibujando en el aire una narrativa luminosa que anticipaba lo que estaba por venir. Desde la enorme pantalla, el número 28 lo presidía todo como testigo del camino recorrido. Con un brindis simbólico en forma de dos copas gigantes, se daba paso al espectáculo más ambicioso que este festival haya presentado jamás: Eclipse, el show exclusivo de Arde Bogotá.
La jornada había sido larga, intensa y variada. Desde el mediodía, las plazas de Trigo, La Sal y el stage CHARCO ya latían con la energía de nombres como Red Moon Yard, Histeria Punkrock, Vangouara, Vicente Calderón, Belice, Cianóticas Perdidas, Duque, Carlos Ann, David Van Bien y el tándem Peje + Peredius, en una sucesión de emociones sin tregua. En medio, sorpresas como Alcalá Norte y Besmaya consiguieron fundir la mañana y la tarde con sonidos que, más que golpear, acariciaban.

Un festival que respira diversidad
Lo de Sonorama Ribera no es solo música. Es ciencia, infancia, gastronomía, comunidad. El stage BIG BANG trajo propuestas científicas que sorprendieron por su recepción. Los más pequeños encontraron su espacio en el escenario Sonorama Baby, mientras que el ya tradicional almuerzo en bodegas, con el clásico lechazo y los vinos de Ribera del Duero, selló esa identidad única de festival donde cuerpo y alma se alimentan a la vez.

El calor del recinto, el pulso de las bandas
Cargados de energía y buen vino, el público se desplazó hacia el recinto principal, donde Iñigo Quintero hilvanó un set emotivo y coreado al milímetro. El artista gallego fue desgranando los temas que lo han posicionado entre los más escuchados en español en todo el planeta, generando una marea de voces que cantaban como si cada frase fuera propia.

Sin dar tiempo al respiro, Carlos Sadness subió al escenario Aranda de Duero y trajo consigo su universo tan reconocible: tropicalismo indie con fondo melancólico. Canciones como Ahorita y Amor papaya fueron recibidas como himnos de un verano perpetuo.
En los escenarios alternativos, propuestas como Inazio, Diagnóstico Binario y Paula Mattheus dibujaban otras texturas, otras pulsiones. Voces que no necesitan gritar para hacerse escuchar. Mientras tanto, los clásicos volvían con fuerza: Duncan Dhu no solo trajo nostalgia, sino una vigencia inesperada. En algún lugar convirtió el recinto en un karaoke colectivo, con miles de gargantas dándolo todo sin atisbo de vergüenza.

Arde Bogotá y su Eclipse: historia pura
Con puntualidad quirúrgica, el espectáculo Eclipse comenzó bajo una puesta en escena que no dejaba lugar al azar. Una producción audiovisual apabullante, juego de luces milimétrico, cuerdas en directo y una estructura escénica diseñada para dejar huella. Arde Bogotá sabía lo que tenía entre manos. Lo dijo el propio Javier Ajenjo, director del festival, en la conferencia previa: Nunca se ha montado algo así en Sonorama. Disfrútenlo, porque no volverá a repetirse.

Desde el primer acorde, Antonio García y los suyos se entregaron sin reservas. Temas como Virtud y castigo, La salvación, Cowboys de la A3 y Qué vida tan dura fueron más que canciones: fueron pulsaciones colectivas. La emoción fue palpable, especialmente en los homenajes a Tara, Moncho y Dani, que dieron un tono de celebración cargado de memoria.

Hubo un momento especialmente íntimo en Los perros, una de las mejores interpretaciones que se les recuerde en vivo: medida, cruda, emocionante. La entrega del público fue total. Palmas al rojo vivo, saltos sincronizados, lágrimas, gritos. Y un cierre inesperado: la banda bailando al ritmo de J Lo, como diciendo somos fuego, pero también somos fiesta.
Cuando el fuego sigue ardiendo
¿Y después? Después vino el relevo. La La Love You supo sostener el clímax con su arsenal de hits infalibles. Y mientras el escenario GLO MUSIC vivía su propia revolución con DEU!, DANILESS y Chemical UFO, algunos optaban por reír en el stage Comedia con las ocurrencias de Rubén García y Sergio Encinas.
La última curva del sábado estuvo marcada por las actuaciones de Judeline, Don Patricio, Embusteros y un nombre que merece párrafo aparte: Delaporte. El dúo desplegó una energía titánica, con un show que literalmente hizo vibrar las tablas del escenario. Brutales, quirúrgicos, volcánicos.
La cuarta jornada se despidió con LEY DJ cuando el sol empezaba a asomar por el horizonte. Su set fue una mezcla perfecta de nostalgia y presente: últimos hits, remixes inesperados y esa habilidad de cerrar un festival sin dejar que decaiga la emoción.