La cantante y artista experimental Grimes ha tomado una postura inusual con respecto a la creación de música generada por inteligencia artificial (IA): permitir que los fans utilicen su voz para crear canciones generadas por IA y compartir los beneficios.
Recientemente anunció en Twitter que compartiría el 50% de las ganancias generadas por cualquier canción de IA que utilice su voz, y que no tiene ninguna obligación legal con ninguna discográfica.
I’ll split 50% royalties on any successful AI generated song that uses my voice. Same deal as I would with any artist i collab with. Feel free to use my voice without penalty. I have no label and no legal bindings. pic.twitter.com/KIY60B5uqt
— 𝔊𝔯𝔦𝔪𝔢𝔰 (@Grimezsz) April 24, 2023
Esta decisión contrasta con la postura de las discográficas tradicionales, que han sido objeto de controversia por su oposición a las canciones generadas por IA. La semana pasada, una canción generada por IA que imitaba las voces de Drake y The Weeknd se convirtió en viral en las redes sociales y causó un gran revuelo en la industria musical.
Sin embargo, la discográfica de Drake, Universal Music, exigió su cese inmediato y fue retirada de todas las plataformas.
Nuevas formas de creación artística
La posición de Grimes sugiere una apertura hacia nuevas formas de creación artística y la adopción de licencias de código abierto en el arte. Esto contrasta con la postura de las discográficas tradicionales, que ven la generación de canciones por IA como una violación de los derechos de autor.
La decisión de Grimes llega en un momento en que las técnicas de aprendizaje automático han avanzado lo suficiente como para clonar una voz de forma realista utilizando solo unos segundos de audio. Este fenómeno es similar al de los deepfakes, que han causado un gran revuelo en la industria audiovisual al superponer la cara de actores conocidos en un vídeo, copiando las expresiones faciales originales.
En conclusión, la posición de Grimes muestra una apertura hacia nuevas formas de creación artística y la adopción de licencias de código abierto en el arte, en contraste con la postura de las discográficas tradicionales. La tecnología ha avanzado lo suficiente como para engañar al oyente, lo que podría abrir la puerta a una nueva forma de hacer música.