Hay algo profundamente humano en esa costumbre de revisar el pasado cuando sentimos que el presente se disuelve entre los dedos. Hayley Williams, como quien hojea un viejo diario con cuidado y rabia, regresa con Good Ol’ Days, un tema que suena a despedida pero también a reconciliación. El título parece un chiste privado con el tiempo: esa ironía involuntaria de llamar buenos a los días que alguna vez dolieron.
La canción, escrita junto a Daniel James y producida con Brian Robert Jones, es un ejercicio de memoria emocional. No la memoria exacta —esa que se enorgullece de los datos— sino la que distorsiona con cariño. Williams canta: ¿Quién diría que los tiempos difíciles eran los buenos viejos tiempos?; una línea que flota entre la melancolía y la auto-burla, como si el eco de Hard Times (2017) se hubiera vuelto más sabio, o simplemente más cansado.
Antes del lanzamiento, la artista desenterró más de un centenar de fotos y videos en Instagram. No era nostalgia gratuita, sino una especie de ritual: volver sobre su propio archivo, enfrentarse al rostro que alguna vez fue. Las redes, ese espejo deformante del presente, se transformaron por un instante en un álbum familiar. Y sus seguidores, en cómplices de una memoria compartida.
El próximo 7 de noviembre, Ego Death at a Bachelorette Party —ese título que ya es toda una sátira sobre la fama y la madurez— tendrá su versión física. Tal vez, como una reliquia para quienes aún creen en tocar la música con las manos. Good Ol’ Days no es solo un cierre de ciclo; es una confesión disfrazada de canción pop. Una carta escrita a los fantasmas que, de tanto visitarnos, terminan volviéndose amigos.



