El cielo de Madrid no ofrecía tregua. El sol apretaba sin pudor sobre la Universidad Complutense, pero la promesa de una segunda jornada memorable en el Festival Jardín de las Delicias mantenía a la multitud con la energía al alza. La sexta edición del evento clausuró con una contundente declaración de intenciones: no solo ha llegado para quedarse, sino que ya juega en la primera división de los festivales españoles. Y lo hace con personalidad, equilibrio entre lo emergente y lo consagrado, y una producción cuidada al milímetro.

Más de 55.000 asistentes llenaron la sexta edición del Jardín de las Delicias en Madrid, confirmando el éxito del festival en su segunda jornada.
Más de 55.000 personas vibraron y disfrutaron sin treguas del festival que ya se ha convertido en un clásico de los eventos estivales en la península.
El día comenzó con emoción y verdad
La Última Copa tomó el escenario principal. En la difícil tarea de abrir una jornada maratoniana, el combo madrileño supo estar a la altura. Su propuesta, cargada de sensibilidad y honestidad, conectó con los primeros asistentes, que agradecieron la calidez de temas que saben a sobremesa entre amigos y penas compartidas. Sin necesidad de artificios, solo con música sincera y bien ejecutada, se metieron al público en el bolsillo.
En el escenario AHORRAMÁS, la atmósfera se volvía íntima y punzante. Extraños Pasajeros, Lola Tuduri y Candela Gómez ofrecieron tres sets que, sin aspavientos, se clavaron en lo profundo. Fue música que miraba a los ojos, de esa que te atrapa por dentro y no suelta. No hay mejor manera de empezar un festival que con artistas que creen en lo que hacen.

¿Quiénes actuaron en la segunda jornada del festival?
En la segunda jornada del Jardín de las Delicias 2025 participaron artistas como Íñigo Quintero, Dani Fernández, Álvaro de Luna, Paula Mattheus, Siloé, Pole, Bely Basarte, Meler y Daniel Sabater.
Libertad, confesiones y emoción colectiva en el escenario ENDESA
Con el calor aflojando levemente, Hey Kid trajo una brisa de libertad bien recibida. Abrió con Noche de San Juan, ese tema que suena a promesa de verano eterno, y el público respondió con entusiasmo. Continuó con Será por ti y Los lugares donde irás, hilando un set que parecía una pequeña road movie emocional. Sonriente, agradecido y generoso con sus palabras, el artista se despidió con un Gracias por estar, sois parte de esta historia, que arrancó el primer gran aplauso de la jornada.

Luego llegó Íñigo Quintero, y con él, el silencio reverencial. Lo suyo fue casi litúrgico. La intensidad de Sobredosis y la universal Si no estás convirtieron el recinto en un coro multitudinario. Miles de voces, una sola emoción. No hay duda: el joven compositor gallego ha trascendido la etiqueta de fenómeno para instalarse entre los grandes nombres del pop emocional contemporáneo. Sobre el escenario, sobrio pero rotundo, demostró que lo suyo va más allá del hype.

Propuestas que refrescan el alma
En paralelo, el escenario AHORRAMÁS acogía a artistas que ya suenan a futuro: Bely Basarte, con su impecable mezcla de dulzura y fuerza; Meler, que tiene el ritmo en las venas; y Daniel Sabater, que supo flotar entre géneros con naturalidad. El festival volvió a confirmar su vocación de altavoz para los talentos emergentes. Aquí no hay relleno: cada artista suma, aporta y deja huella.
El público, por su parte, respondía con respeto y entrega. Se veían camisetas de todos los colores, sonrisas sinceras y esa energía festivalera que no se finge: gente que viene a descubrir, a emocionarse, a vivir.

Paula Mattheus, entrega total
La caída del sol trajo una de las actuaciones más personales del día. Paula Mattheus, con su mezcla de carisma, voz rasgada y letras que apuntan al centro del pecho, conquistó desde el primer acorde. Autotune, su último single, fue coreado con entusiasmo. Entre canción y canción, hubo espacio para risas, confidencias y agradecimientos sinceros. Paula es de esas artistas que parece cantar solo para ti, y eso, en un festival multitudinario, es un regalo.

Álvaro de Luna: hits, cercanía y un directo que deja cicatriz
Cuando Álvaro de Luna subió al escenario, ya no cabía un alfiler. Su arranque con Eternamente con sal fue directo al estómago. Luego vinieron Indios y Vaqueros y Todo contigo, y el clímax estaba servido. El sevillano, cada vez más sólido, maneja los tiempos del directo con maestría. No necesita grandes efectos visuales: su fuerza está en la conexión. El público no solo cantaba, gritaba. En un momento, se dirigió a la audiencia: No sabéis lo que significa para mí veros así. Gracias de verdad. Fue uno de los instantes más emotivos de la jornada.

Un respiro, una pausa y un jardín de experiencias
A medianoche, era hora de recargar energías. La zona de restauración, con propuestas para todos los gustos, funcionó como una pequeña ciudad gastronómica. Desde tacos hasta opciones veganas, la calidad y variedad sorprendieron. El mercadillo artesanal y el puesto de merchandising ofrecían un respiro creativo entre tanto escenario. Y entre las mejores iniciativas del festival, la propuesta social Adopta un Abuelo brillaba con luz propia, invitando a reflexionar y sumar desde el corazón.
Mención aparte merece el universo visual creado por Pablo Méndez Performances. Este año volvió a transformar el recinto en una fantasía sensorial: acróbatas, estatuas vivientes, luces imposibles. No era solo un festival, era un viaje onírico.

Dani Fernández, un huracán emocional
Si alguien se robó la noche, fue Dani Fernández. Desde que pisó el escenario, la temperatura emocional se disparó. Bailemos, Dile a los demás, Clima tropical. Cada tema, un himno. Cada verso, coreado hasta quedarse sin voz.

Entre canción y canción, rindió homenaje a Supersubmarina, arrancando una ovación que duró minutos. Su presencia escénica, su energía brutal y la calidad de su banda construyeron un directo que será recordado. Uno de esos conciertos que no se ven, se viven.
Siloé: folk, electrónica y una puesta en escena sorprendente
El grupo vallisoletano Siloé arrancó su show desde la mesa de sonido, caminando entre el público hasta el escenario. Una jugada arriesgada que funcionó a la perfección. Todos los besos, Que merezca la pena y La verdad resonaron con fuerza, pero el momento especial fue el estreno de Las palabras, su nuevo single, publicado justo el día anterior. Potente, emocional y con un pulso electrónico que lo convirtió en candidato a imprescindible de sus próximos shows.
Pole: sobriedad, carisma y conexión
Pole, sin fuegos artificiales ni aspavientos, ofreció un concierto sólido. Eres un 10 fue bien recibida, y el repaso a Esta vida es un jaleo y El Cantante mostró el crecimiento del artista. Pop urbano con contenido, con intención y con una presencia que gana enteros en vivo.
La última danza: electrónica para cerrar
Mientras el reloj avanzaba, el escenario AHORRAMÁS se transformaba en pista de baile. Los sets de Iván MG, Mike Fajardo B2B Hidalgo, Julia Centeno y Larkin B2B Matarranz pusieron el broche con una descarga electrónica que mantuvo el ambiente eléctrico hasta bien entrada la noche. Nadie quería irse. Los cuerpos, aunque cansados, seguían bailando. Los rostros, felices, sabían que se cerraba algo grande.

El Jardín de las Delicias cierra su sexta edición por todo lo alto
Un año más, el Jardín de las Delicias ha contado con el valioso apoyo de la Universidad Complutense de Madrid y Endesa, aliados fundamentales con los que el festival trabaja edición tras edición para avanzar hacia un evento cada vez más sostenible. También nos ha acompañado Vibra Mahou, la plataforma musical de Mahou Cinco Estrellas, que sigue impulsando encuentros inolvidables en torno a la música en directo.
Esta sexta edición ha sido todo un éxito, superando récords de venta de entradas y dejándonos el corazón lleno tras un fin de semana que quedará para el recuerdo.
Antes de concluir quiero agradecer a todo el departamento de prensa del festival, en especial a Ana Medina, por su trabajo, profesionalidad y colaboración en todo momento. A todo el personal que ha trabajado arduamente y a los artistas por su entrega absoluta.
Un final con sabor a victoria
Pasaban las tres cuando los últimos acordes se disipaban en el aire. Las luces se apagaban, pero el recuerdo ya era indeleble. El Festival Jardín de las Delicias 2025 no solo fue un éxito: fue una celebración de la música como acto colectivo, emocional y necesario. Un espacio donde el arte, la producción impecable y la apuesta por los nuevos talentos conviven con respeto, visión y entusiasmo. Ya es, sin duda, uno de los grandes.
¡Nos vemos en 2026!