InicioColumnasJorge Martínez: elegía y legado del macarra más lúcido del rock

Jorge Martínez: elegía y legado del macarra más lúcido del rock

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Muerte: eres una puta, pero no lo bastante

Hoy, en un país que aprendió a gritar gracias a él, ha muerto Jorge Martínez, alma, columna vertebral y puño cerrado de Ilegales y, si bien se apaga su voz, no lo hace su eco. Porque su vida entre las hormigas fue un Tiempos nuevos, tiempos salvajes, un aviso, una brújula rota que aún señalaba el camino correcto: el de la autenticidad sin pedir permiso ni pedir perdón.

Jorge Ilegal no cantaba canciones: arrojaba sentencias. Y hoy, mientras España entera busca palabras, las suyas siguen ardiendo.

Soy un macarra; soy un hortera

Pocos artistas hicieron de su verdad un dogma tan irreversible, y en esa frase estaba toda su biografía. Sin pose, sin disfraz, sin domesticar.

Ser macarra era un acto político, un gesto estético, un manifiesto moral.

En un mundo que aplaude lo correcto, Jorge celebraba lo incorrecto, lo feroz, lo vivo… y llevaba razón.

Europa ha muerto

Para describir su legado, habría que cruzar todas las noches de todos los bares, el hogar de los Agotados de esperar el fin, a los cuales Ilegales describieron con una lucidez tan afilada que convertía a su líder en profeta involuntario.

Cada acorde tenía filo; cada verso, una verdad que dolía más por ser cierta.

Cantaba lo que nadie se atrevía:
– el deseo sin barniz, en Problema sexual,
– la desmesura instintiva de Bestia, bestia,
– la desesperación de un país que despertaba en busca de una identidad (y da de bruces con un tío que odia los pasodobles).

El norte está lleno de frío (toda España)

Asturias, que le hizo nacer y pelear, hoy se reconoce congelada. Jorge fue ese Ángel exterminador que llegaba, arrasaba y dejaba detrás una claridad nueva.

Lo que él hizo no fue solo música: fue cirugía sin anestesia sobre una sociedad que aún arrastraba silencios.

Ángel exterminador

Jorge no habría querido un homenaje blando; habría preferido guitarras estruendosas, humo de bar y un público que gritara más fuerte que cualquier tristeza.
Pero esta elegía intenta parecerse, aunque sea un poco, a lo que él enseñó:

Que el rock no es consuelo.
El rock es insumisión, ruido, mordisco.

El rock (su Rock) es sobrevivir a lo que el mundo intenta quitarte.

Quedan Ilegales.
Queda Jorge.
Queda esa fuerza antigua que vuelve a encenderse cada vez que alguien da al play y decide que hoy será menos sumiso que ayer.

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Autor

  • legado de Jorge Martínez Ilegales

    Soy abogado caraqueño afincado en España, pero la música siempre ha sido mi verdadera escuela. En los 90 fui multiinstrumentista en bandas que sonaban peor de lo que recuerdo, experiencia que me llevó a convertirme en locutor radial y, más tarde, en cronista musical. Hoy escribo para Arepa Volátil y escribo la columna El Manual de lo Anormal, un espacio donde la música y la cultura se exploran desde ángulos poco convencionales, con la mirada de alguien que alguna vez intentó tocar lo que ahora analiza.

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