Tick, Tick… Boom! es un hermoso filme homenaje a Jonathan Larson, creador del famoso musical de Broadway, Rent. Con su impecable producción, digna de múltiples nominaciones a reconocidos premios y dirigida por otro grande de los musicales (Lin-Manuel Miranda), ha llamado la atención del público al sufrido proceso por el que puede pasar un novel compositor al comienzo de su carrera. A mí me inspiró y me hizo recordar 4 lecciones que he aprendido en mi humilde trayectoria:
1) Una buena canción no necesita de una banda entera para sonar bien. Una verdad del tamaño de una casa. Toma cualquier clásico compuesto en el género que se te ocurra (desde “Yesterday” de The Beatles hasta “Caballo viejo” de Simón Díaz, pasando por “Pedro Navaja” de Rubén Blades) e interprétalo con un simple acompañamiento de piano, o a capella. A la gente le gustará porque un buen tema es como un buen pan al que no necesitas añadirle nada para que sepa bien.
2) Tu carrera no depende enteramente de ti. No puedes desarrollarte en solitario en este oficio. Siempre necesitarás del apoyo de gente que crea en ti y también aporte su talento y sus recursos a lo que deseas crear musicalmente y al proceso de darlo a conocer.
3) Necesitas muchas horas de trabajo. No bastan talento y creatividad. Tu avance, tu relevancia, tu sueño de dejar un legado y trascender con tus canciones y/o tu actuación en el escenario, dependen de una intensa dedicación. Ah, y sí, a veces algunos de tus seres cercanos se sentirán algo relegados en consecuencia.
4) Fracasarás y te preguntarás si vale la pena continuar. Y, si tu talento realmente lo amerita y tiene el potencial de contribuir algo significativo que conecte con tu tribu, no deberás abandonar tu propósito. Volverás a intentarlo, aprenderás del error, tendrás fe en que también celebrarás éxitos, y después verás películas como ésta con la sonrisa de un artista realizado.
¿Hay alguna otra lección que haya pasado por alto? ¡Deja tu comentario!
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