Da risa que el show que presenta Laureano Márquez se titule «El Miedo» y, cuando comienzo así, es porque miedo tengo yo al escribir una reseña de su show en Madrid.
Una noche que ya planeaba ser mágica al comenzar con las recomendaciones al público simulando el intro de «Nuestro Insólito Universo», me trasladé a los años de colegio donde hacía que mis papás se quedaran en el carro 20 minutos más para poder oír el programa.
Adriana Plasencia dio la apertura al espectáculo, entre risas y prácticas para recibir a Laureano, agradecimientos a los patrocinadores y, por supuesto, sin dejar de recordar lo valientes que somos los venezolanos.
Así es como casi 500 personas recibieron en Madrid a Laureano, entre aplausos y emoción. Casi hora y media de presentación transcurrió en lo que Laureano llamó «una terapia para él». Lo que realmente no sabe es que fue una terapia para todos, con el regalo más grande que nos pudo dar: su tiempo. Y mira qué bien nos explicó que el tiempo es la única riqueza que tenemos.
Pasando por diferentes analogías sobre el miedo, como cómo lo manejamos cuando éramos niños y dónde comenzó. Cómo asociamos el miedo con la tecnología y no estar cerca de nuestros celulares, el no responder un WhatsApp y cómo incluso hemos vuelto al antiguo Egipto comunicándonos con jeroglíficos (emoticones). Cómo hemos perdido la contemplación, la comunicación y la conciencia propia de vivir.
Tras casi dos horas de show, no sin antes hacer algunas imitaciones de acento gallego (aunque él tenga raíces canarias) y, por supuesto, la voz del Gocho del 88… nos regaló enseñanzas brutales y muy inteligentes: esas que son vivir con la ilusión de hacerlo bien, de vivir con esperanza y contribuir a que las cosas cambien, sembrando para los demás; disfrutar, vivir con humor, que es la única manera de engañar al cerebro cuando suele estar en modo supervivencia. En resumidas cuentas, vivir con ánimo, esperanza y fe.
Con la aparición final de EDO y con la misión de difundir la campaña de GoFundMe de su cuñado, se cerró una noche llena de un humor muy diferente al que podemos estar acostumbrados. Y aunque no todo fue risas como algunos esperaban, salimos de ahí con el alma llena.
