Si alguien tenía dudas sobre la vigencia del pop-rock de los 80 y 90, la noche del pasado 13 de diciembre en Valencia se encargó de disiparlas de un plumazo. El Roig Arena se vistió de gala para acoger la segunda edición de Locos por la Música, una maratón de siete horas que prometía ser histórica y que, para deleite de los miles de asistentes, cumplió con creces. No fue solo un concierto; fue una reivindicación de que las buenas canciones no caducan.
Girasoules: el primer gran cañonazo de la tarde
La tarde arrancó puntual, a las 17:00 h, con un plato fuerte de sabor local. Había ganas, muchas ganas, de volver a ver a Girasoules. Casi dos décadas después de su disolución, la formación original —Quique Tarrasó, Fernando Martínez, Javier Vela y Ramón Vela— demostró que la química sigue intacta.

Abrieron fuego con Sin trabajo (Menuda fiesta me voy a dar), toda una declaración de intenciones que conectó de inmediato con el público. El setlist fue un viaje directo al corazón de su discografía, con temas como Te parece bonito, Estoy aburrido y El predicador. Ver a los valencianos sobre las tablas fue un lujo, cerrando su actuación con la emotiva Volver a empezar y una coreada Vale la pena, dejando el listón altísimo nada más empezar.

De la bachata al mensaje social: Amistades Peligrosas
Mientras el escenario se transformaba, la fiesta no decaía gracias a una DJ muy especial de la familia de Asindown, que mantuvo el pulso del recinto hasta ceder el testigo al mítico El Pulpo.

Con el terreno preparado, Amistades Peligrosas irrumpieron en escena. La química entre Cristina y Alberto es innegable y subieron la temperatura desde el primer acorde de Me quedaré solo. El dúo no vive solo de rentas y sorprendió presentando El progreso, un tema nuevo en formato bachata que puso a bailar al respetable.
Con la siguiente canción se van a calentar todos, prometió Alberto antes de lanzar los primeros compases de Me haces tanto bien.

El tramo final fue una catarata de éxitos: Génesis, Estoy por ti y Nada que perder. Sin embargo, el momento cumbre llegó con un necesario discurso antirracista que sirvió de introducción para Africanos en Madrid, cerrando un show impecable.
La Guardia y Los Rebeldes: la realeza del Rock & Roll
Con el ambiente ya caldeado, La Guardia tomó el relevo. Manuel España, con su eterna sonrisa, bromeó sobre presentar una canción nueva que resultó ser el himno Mil calles llevan hacia ti, desatando la locura. No faltaron Donde nace el río, Cartas en el cajón y ese cierre luminoso con Cuando brille el sol.
Sin darnos apenas cuenta, el escenario cambió de color para recibir a Los Rebeldes. Carlos Segarra y los suyos arrancaron con el inconfundible Mediterráneo. La sorpresa de la noche fue la incorporación del gran Dani Nel·lo al saxofón durante todo el concierto, elevando el nivel musical a la estratosfera.
Tras hacernos vibrar con Eres especial o Mía, llegó el momento romántico de la velada. Bajo la luz de la luna provocó abrazos y besos entre el público, antes de volver al rock and roll puro con Mezcalina y Teresa.
Rafa Sánchez: el volcán sigue activo
La aparición de Rafa Sánchez fue uno de los momentos más esperados. El ex de La Unión arrancó con Sildavia y, literalmente, el Roig Arena se vino abajo. La voz de Rafa nos transportó a otra época. Buscando a una mujer madura e inteligente, introdujo Ella es un volcán, seguida de Vivir al este del Edén.

Fue un repertorio de imprescindibles: Maracaibo, el eterno Lobo hombre en París y un cierre apoteósico con Vuelve el amor. Rafa demostró que sigue siendo uno de los frontmans más carismáticos del país.

Revólver: emoción, homenaje y la DANA
El turno de Revólver trajo el momento más solemne y rockero. Carlos Goñi y su banda sorprendieron a todos al no empezar con un tema propio, sino con La vereda de la puerta de atrás, de Extremoduro, en un sentido homenaje al recién fallecido Robe Iniesta. Un gesto que la grada agradeció con una ovación cerrada.
La banda desgranó clásicos como El dorado, San Pedro y una eléctrica El roce de tu piel. Pero el cierre fue lo que nos encogió el corazón. Goñi reunió a sus músicos en formato íntimo para hablar sobre la DANA y lo vivido hace poco más de un año en Valencia. Con esa emoción a flor de piel, interpretaron Dentro de ti, creando una atmósfera de comunión total con el público.
Seguridad Social: un final accidentado pero glorioso para el Locos por la Música
Quedaba la traca final. Otros valencianos ilustres, Seguridad Social, salieron a escena comandados por un incombustible José Manuel Casañ. Todo estaba listo para Chiquilla, pero el duende de la técnica hizo de las suyas: la guitarra de Javi Vela (haciendo doblete tras tocar con Girasoules) no sonaba.

Hubo un segundo intento. Nada. Casañ, tirando de tablas y humor, bromeó con que estas cosas pasan. A la tercera fue la vencida. Sonó el acorde, el público rugió, pero Casañ, en un giro de guion genial, dijo NO con la mano y gritó: ¡Baila mi rumba!, arrancando con Mi rumba tarumba.
A partir de ahí fue un non-stop de energía punk-rock: Me siento bien, Quiero tener tu presencia y un bloque más acelerado con 1, 2, 3 Mueve los pies y Come ranas. El final fue apoteósico: ahora sí, Chiquilla hizo temblar el suelo del Roig Arena, y la despedida definitiva llegó con la versión de Un beso y una flor, de Nino Bravo.

Conclusión: Valencia vivió una noche para el recuerdo. Una demostración de fuerza, música y vida que nos deja claro que, por muchos años que pasen, estos locos siguen estando muy cuerdos y en mejor forma que nunca. ¡Larga vida al rock español!













