«Oh eh oh, No Te Va Gustar, No Te Va Gustar…», cantaba todo el público para dar paso a la banda de la noche.
La presentación casi perfecta de los teloneros madrileños Durden, que duró 35 minutos con temas entre los cuales uno me pareció maravilloso, «Amor crudo», logró encender la mecha de un público difícil, no sin la ayuda de un grupo de fans que estaban animando y apoyándolos durante todo el show.
Con luces apagadas, fondo de bandas uruguayas para amenizar y corear la espera, se dio paso a No Te Va Gustar. Sentimos cómo literalmente las gradas se movían y las luces que estaban arriba no lograban estabilizarse por culpa de los saltos y gritos que dábamos nosotros, su público.
La energía de una audiencia casi 100% uruguaya, cantando los éxitos «A las nueve», «Venganza», «Chau», «Ese maldito momento», «Cero a la izquierda», «Prendido fuego», y temas de sus más recientes discos, ha demostrado que fuera de casa los músicos no tienen fans, tienen hinchas.
No Te Va Gustar llegó a mi vida como una banda de esas que escuchas por error, te gusta y dices «¿Qué banda es esa y por qué la conoces?» Han sido de los aprendizajes más lindos que me dejó el rock; eso y el apreciar cada tema en el que el público canta.
Ver en concierto una banda en la que sus integrantes disfrutan el show (y a veces se lo roban más que el frontman) no tiene desperdicio. Ver a sus vientos hacerlo fue un momento único en la noche.
Ese «preciso momento» en el que toda la banda toca bajito, el vocalista deja de cantar y se acerca al borde de la tarima para escuchar a sus hinchas corear y nosotros ahí, dejándonos toda la voz.
Durante casi 2 horas pasadas, un show que te transforma, te lleva a todos los instantes especiales de tu vida que asocias con sus temas y te hace uno sólo con la banda.
Momentos únicos que te regala la música y su magia.
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