… y pensaba que ese fin de semana en Punta Cana me había costado el dinero que no tenía, pero ella estaba empeñada en ir allí y yo en ir por ella. Sus bien moldeados 24 añitos metidos en el bikini blanco Ônne gritaban por toda el área de la piscina, pero la auténtica perturbación provino de otro grito: el dolor de su resbalón.
El médico del hotel descartó fractura y nos dijo que solo se trataba de un doloroso esguince de tobillo, por lo que le recetó analgésicos y reposo, lo cual (para mi desgracia) tomó muy en serio.
Mientras contaba «mi tragedia» al barman, el sujeto sentado en la alta silla que estaba junto a la mía intervino sin mediar saludo, diciendo: «Si caes 7 veces, levántate 8».
No me lo podía creer; allí, a mi lado y bebiendo lentamente lo que parecía una Piña Colada, con un pitillo (sorbete o pajilla) de color chillón y hasta una de esas pequeñas sombrillas decorativas, estaba Paulo Coelho, quien tras varias frases motivadoras prefabricadas, se excusó para ir al baño, momento que aproveché para, ante la silenciosa risa del barman, escupir en su Piña Colada.
Vi el reloj y eran las 11:11 p.m. Ya tocaba ir subiendo a la habitación para darle a mi lesionada modelito su analgésico nocturno.