Con un Movistar Arena Madrid completamente lleno y vibrando al ritmo de la expectativa, la multitud de fans de Twenty One Pilots no pasó desapercibida: pintura negra en manos, brazos y cuello, capuchas, atuendos en rojo y negro, y camisetas de la banda por doquier. A las 8 en punto, el The Clancy World Tour arrancó con puntualidad casi británica.
Desde Nueva Zelanda: Balu Brigada
El dúo alt-pop formado por los hermanos Henry y Pierre Beasley fueron los teloneros encargados de abrir la noche. Multiinstrumentistas, productores y vocalistas, estos chicos no tardaron en ganarse al público madrileño con un sonido que oscila entre el indie, el funk, el pop y algunos matices electrónicos. Como teloneros, demostraron una energía arrolladora y una capacidad de conexión que sorprendió a muchos. El nombre Balu Brigada, inspirado en el oso Baloo de El Libro de la Selva, tuvo que ser adaptado para evitar conflictos con Disney, pero su autenticidad es incuestionable. A pesar de su limitado español, hicieron el intento de conectar, y Madrid respondió con entusiasmo. Les bastó pedir que encendieran las luces de sus móviles para crear un momento mágico. No dejes que su juventud te engañe: tienen presencia, energía y un directo sólido que merece ser seguido de cerca.
El telón cayó y el concierto de Twenty One Pilots empezó
Tras 30 minutos de espera, un inmenso telón negro descendió, aumentando la ansiedad colectiva. Las visuales en blanco y negro comenzaron a proyectarse. El rugido del público fue ensordecedor. Y de pronto, entre luces rojas, apareció Josh Dun marcando el comienzo con Overcompensate. La batería —protagonista total en este tema— retumbó con fuerza, y cuando Tyler Joseph irrumpió en escena, los aplausos sonaron como un trueno anunciando tormenta.
Con Holding on to You, las visuales fueron simplemente espectaculares. Josh hizo su famoso salto mortal, como los bailarines en el videoclip original, y el tema se convirtió en un viaje emocional gracias a sus cambios de tempo y dinámica. El público vivió con intensidad esta canción que refleja la lucha interna contra la depresión y la importancia de aferrarse a la esperanza. Pura catarsis colectiva.
Después llegó Vignette, con un Tyler al piano, luces suaves sobre el público y un juego de cámaras sutil. De repente, ¡sorpresa! Tyler apareció en la segunda planta del lado derecho. Desde ese instante quedó claro: la tarima principal no sería su único escenario.
Historias, emociones y cercanía
Con Car Radio, las pantallas mostraron clips grabados ese mismo día en la cola del evento: fans contando sus historias, maquillados, emocionados, hablando de lo que la banda significa para ellos. Emotividad pura.
Ya sin capucha, Tyler arrancó The Judge, un tema con vibra ligera, ideal para la energía festiva de los fans españoles. Ukulele, percusión suave, saltos, cantos. La conexión era total.
The Craving (Jenna’s version) fue un momento íntimo. Amor, devoción, vulnerabilidad. Perfecta para tomar aliento y prepararse para lo que venía.
Tear in My Heart encendió el ambiente. Indie-pop-rock bien marcado, un Tyler muy animado con la cámara en una toma continua que se transmitía en las pantallas. El público iluminó el recinto con sus móviles. Todo estaba milimétricamente coreografiado para el impacto emocional.
Oscuridad, fuego y catarsis
Con Black Slide, la atmósfera se volvió introspectiva. Sintetizadores densos, luces oscuras, Tyler sentado en una silla y el público coreando cada palabra como un mantra. La letra caló hondo: esa sensación de no querer retroceder, de luchar por seguir avanzando.
Sin dar tregua, siguieron con Shy Away, y acto seguido, las pantallas gritaron Watch It para dar paso a Heathens. Pirotecnia, luces, visuales: un despliegue sensorial que nos dejó sin aliento. Y sin tiempo para respirar, arrancó Next Semester con una fusión cruda de punk y rock que hizo temblar el suelo. I remember, I remember certain things… rugió el estadio.
Hasta que el ukulele volvió a calmar a las bestias.
Más allá del escenario
Routines in the Night recreó su videoclip: Josh cruzando entre el público, chocando los cinco, y una batería esperándolo del otro lado, entre la gente. Tyler no se quedó atrás y apareció en otra esquina… ¡subido a un piano! La canción terminó, y con el público aún extasiado, comenzó la suave y melancólica The Line, con el piano como único acompañante. Muchos aún susurraban asombrados: Están tocando fuera del escenario…
Mulberry Street trajo de vuelta el funk y la alegría. Josh regresó a la tarima mientras Tyler seguía en el piano entre la multitud. Al finalizar, Josh le entregó una camiseta a Tyler, y volvieron juntos al escenario para Navigating.
Nico and the Niners fue un estallido. Reggae, hip-hop, ukelele. Madrid cantando a pleno pulmón. Luego, sin pausas, llegó Heavydirtysoul: una bomba sonora con rap vertiginoso, fuegos, luces y pura adrenalina. La pandereta de Tyler apenas se oía entre la locura.
My Blood trajo una mezcla de pop alternativo con funk y R&B. Josh mostró ante las cámaras una camiseta que decía Madrid. El estadio enloqueció.
Doubt, Guns for Hands y Lavish nos regalaron momentos más relajados, con ambos integrantes bailando y Josh lanzando su camiseta como un ramo de novia. Y entonces… Ride. Una de las más queridas. Tyler bajó al público, donde lo esperaba un niño, Axwel, con un micrófono para cantar junto a él. Fue un momento inolvidable para él… y para todos los presentes.
Despedida de otro mundo
Tyler y Josh, espalda contra espalda, uno con un pequeño órgano, el otro con una batería electrónica, interpretaron Paladin Strait. Melodías envolventes, arreglos dramáticos, tensión y liberación. Josh terminó tocando sobre una tabla sostenida por el público. Mágico.
Sonidos de naturaleza ambientaban el cierre mientras el público susurraba la última canción. En pantalla: el videoclip de Jumpsuit. Otra vez fuego, papelillos, un bajo crudo y brutal. Midwest Indigo mostró al dúo algo cansado pero eufórico. El público no paraba.
Y entonces:
Wish we could turn back time to the good old days…
Stressed Out hizo temblar el Movistar Arena de Madrid. Una intro electrónica dio paso al hit que todos esperaban. Cambios de tempo sincronizados con explosiones y fuego. Apoteósico.
Pero aún quedaba algo más. Tyler pidió abrir un gran círculo en el público. No era lo suficientemente grande. Lo hicieron crecer. Y justo ahí, alguien aprovechó para pedirle matrimonio a su pareja. Ella dijo que sí.
Madrid emociona a Twenty One Pilots con una entrega total
Y así se despidieron. Tyler y Josh, en el centro de recinto, rodeados por sus fans, con un piano y una batería tocando Trees. Un cierre íntimo, poderoso, profundamente humano. Una conexión que no se ve todos los días… y que muchos extrañábamos sentir.
Ahora le toca a Barcelona disfrutar de este The Clancy World Tour.
Y tú si alguna vez tienes la oportunidad de verlos en vivo, no lo dudes. Solo entonces entenderás cómo dos personas pueden montar un espectáculo que parece el de una banda de nueve integrantes. En esta reseña, también queremos expresar nuestra admiración por todo el equipo que trabaja detrás del telón.
Aquí una muestra de este show cortesía de ACtitud 50 Rocks
Larga vida a Twenty One Pilots y a sus fans de España y todo el mundo.