InicioReseñasWILCO deja huella en una noche íntima del ALMA Festival

WILCO deja huella en una noche íntima del ALMA Festival

Una noche de acero inolvidable y madera inoxidable bajo el cielo de Madrid

Hay momentos en que los dioses del rock toman forma humana y nos deleitan con sus virtudes. Eso es lo que sucedió con el concierto brindado por WILCO en el marco del ALMA Occident Festival en su segunda edición, la cual se lleva a cabo en las inmediaciones del planetario, más precisamente en el auditorio en el Parque Enrique Tierno Galván en Madrid.

Wilco en Madrid en ALMA Festival
FOTOS cortesía ALMA FESTIVAL By Lab Creative Studio (LAB)

La antesala: pandereta, electrónica y aroma de verbena

Eran poco más de las 20:00 cuando El Nido tomaba el escenario del Village Banco Mediolanum y con ellos, llegaba un primer sacudón de energía en el Parque Enrique Tierno Galván. Mientras el sol se retiraba con parsimonia, el cuarteto desplegaba su folk experimental con raíces ibéricas y beats electrónicos que invitaban sin rodeos al movimiento. Pandereta en mano, atmósferas que oscilaban entre lo etéreo y lo tribal, y letras que hablaban de vuelo y tierra. Con Tucucú e Ícaros, conquistaron un público que se fue anotando este nombre para seguir explorando. Aplausos largos, genuinos. Ovación ganada.

Wilco en Madrid en ALMA Festival
FOTOS cortesía ALMA FESTIVAL By Lab Creative Studio (LAB)

La segunda edición del ALMA Occident Festival en Madrid no solo propone un cartel cuidado, también ofrece una experiencia completa. El auditorio, con su estructura semicircular al estilo griego, permite una visión nítida desde cualquier ángulo. Instalaciones limpias, puntos de reciclaje, zonas de hidratación bien distribuidas, sillas cómodas, mesas generosas y una oferta gastronómica que no cae en lo previsible. El entorno invita a quedarse, a charlar, a escuchar y a dejarse llevar.

Las alfombras sobre el escenario y un ritual de dos horas

Cerca de las 22:00, las luces bajaron y en medio de la penumbra, sobre un escenario con alfombras bien visibles, seis siluetas se acomodaban en sus puestos. Había un silencio expectante, pero con hambre. Jeff Tweedy y los suyos no tardaron en servirse: arrancaron con Handshake Drugs, una de esas piezas que no grita pero lo dice todo. Sutil, magnética, efectiva. El sonido era impecable. Cristalino. Madrid ya estaba en trance desde el primer acorde.

Lo que siguió fue un viaje sin estaciones repetidas. Con If I Ever Was a Child y Whole Love, WILCO empezó a dibujar paisajes interiores. Las guitarras se entrelazaban como si se conocieran de otras vidas y Tweedy, sin decir demasiado, se convirtió en guía de una peregrinación sonora.

No hubo discurso innecesario ni pausa gratuita. Solo una banda que se conoce y se respeta, tocando al borde de la perfección. Cuando sonó Either Way, hubo una pequeña revolución emocional en las primeras filas. Miradas al cielo, manos al pecho, algún que otro suspiro audible. La voz del público empezó a subir. El karaoke espontáneo fue in crescendo.

Wilco en Madrid en ALMA Festival
FOTOS cortesía ALMA FESTIVAL By Lab Creative Studio (LAB)

Impossible Germany marcó un antes y un después en la noche. Nels Cline, con su guitarra, invocó fuegos invisibles. Un solo que no fue solo técnica, sino una pequeña ceremonia en sí misma. El público, de pie, lo celebró como se celebra lo raro: en silencio primero, con un rugido después.

Sudor, trance y un cierre con estrellas californianas

Hubo más. Jesus, etc. convirtió el recinto en una gran sala de estar, íntima y cálida. Walken agitó los pies. Spiders (Kidsmoke) desató al dragón que WILCO guarda para los cierres sin miedo. Puro músculo sonoro, con cambios de ritmo que hacían que cada cuerpo presente se meciera al compás de su propia pulsación.

Después de un saludo sobrio pero sentido, el sexteto se retiraba brevemente. Pero el público, encendido y agradecido, no los iba a dejar ir sin más. Los vítores no tardaron y cinco minutos después, regresaban. En modo ceremonia final.

California Stars llegó como un abrazo largo. Falling Apart (Right Now) nos recordó que en la fractura también hay belleza. Y la última bala fue I Got You (At the End of the Century), ejecutada con la misma pasión que si fuera la primera vez. Final apoteósico, con un público que no quería moverse, atrapado en esa mezcla de euforia y melancolía que deja un concierto inolvidable.

Reflexión post-concierto: cuando la música es un acto de fe

Cerca de la medianoche, los comentarios cruzados entre los asistentes coincidían en una cosa: WILCO no se repite. Cada show es distinto, un organismo vivo. Las loas iban dirigidas a los solos de guitarra, al bajo eterno, a la pureza de los teclados y a una batería que golpea sin exhibicionismo pero con una precisión quirúrgica.

Antes de concluir quiero agradecer a Mayte Silva, por su profesionalidad, trabajo y ayuda, a Martín Pérez el director, por su enorme labor y a todo el staff del ALMA Occident Festival en Madrid por su entrega absoluta y por la buena tarea que llevan a cabo cada jornada.

El grupo no solo ofrece conciertos, ofrece algo más cercano al ritual. No hay pirotecnia, no hay espectáculo impostado. Solo canciones bien hechas, ejecutadas con un respeto casi reverencial por el arte de tocar en vivo.

No diga experiencia musical completa, diga ALMA Occidente Festival.

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