Es difícil añadir algo a la discusión después de todo lo que se ha dicho del cuarto álbum de estudio de la artista española. Desde que es un collage musical excepcional, una nueva pauta para la música latina, hasta que LUX es el disco del año. ROSALÍA se desdibuja entre poemas antiguos de monjas, poetisas y mártires: mujeres cuyas voces fueron silenciadas por décadas y que hoy se transforman en el puente que hila todo el LP, conectando al oyente y a la artista con una búsqueda espiritual cargada de adoración a la divinidad.

Creo que en las mejores obras de ficción se desdibujan las líneas entre lo personal y lo universal, lo concreto y lo abstracto, lo implícito y lo explícito, explica la estrella española a Apple Music. El disco es una mezcla: al haberlo escrito yo, muestra una parte de mi verdad; pero lo cierto es que va mucho más sobre otras que sobre mí.
La inspiración espiritual y las voces femeninas en LUX
ROSALÍA encara la búsqueda del significado en Dios, lo sagrado y en las voces de las mujeres que la inspiraron, cuyos poemas, coplas y reflexiones conforman el grueso del aspecto lírico de LUX. En lugar de narrar su lienzo emocional tras la salida de su álbum anterior (MOTOMAMI, 2022), el drama de su ruptura con Rauw y una serie de apologías al sexo y al lujo, ROSALÍA toma las historias y pensamientos de diversas santas como Anandamayi Ma, Santa Rosa de Lima, Hildegard Bingen, la mística sufí Rabia al Adawiyya y otras mártires de diferentes culturas, siglos y continentes, a quienes estudió con ahínco para desarrollar este ambicioso proyecto orquestal.

Este álbum se siente profundamente femenino, no tanto por las florituras vocales que ROSALÍA ejecuta con técnica y habilidad, sino por la manera en que transmite angustia, emoción y expectativa.
El rango vocal de la cantante es tan amplio que su voz muta desde los líricos más agudos hasta cantares operísticos (en cortes como Reliquia, Divinize y Porcelana) y ese delivery urbano, ingenuo y casi juguetón, como en La Perla, con Yahritza y Su Esencia. Abarca todo, con una habilidad vocal que sin duda se perfila como uno de los hitos musicales de nuestra generación.
Lo sobresaliente y lo inesperado en la producción de LUX
Es difícil, tras la primera escucha, elegir un solo punto álgido del disco, porque contiene numerosos clímax o descargas musicales bien distribuidos a lo largo de todo el álbum. Empieza con contundencia épica y operística en temas como Porcelana o Divinize, donde la poesía está orientada a explorar la feminidad desde lo filosófico, lo teológico y la búsqueda en el prójimo para encontrarse a uno mismo, o, como recita ROSALÍA, a una misma.
Mio Cristo Piange Diamanti es euforia desde el primer momento, con momentos tenues y cálidos, donde la voz de ROSALÍA prácticamente se desliza sobre una bandeja de plata hacia notas más elevadas y ensambles operísticos maximalistas. Además de cantar en español, latín, italiano e inglés, la artista pone al oyente contra las cuerdas, con cambios de tiempo bruscos y momentos en los que el torrente instrumental nos empuja a un clímax que nos deja, como una confesión, expuestos.
Son estos momentos de silencio y cambio de ritmo los que hacen más valiosos los pasajes más cargados y sustanciales de cada tema. La producción se desplaza desde eufóricas baterías y bombos hasta vocales angelicales y cantos de lírica y ópera, mezclados con armonía y texturas electrónicas que le dan al disco un matiz futurista. La tradición no se pelea con lo contemporáneo, y tampoco lo mundano con lo extraordinario, lo personal con lo universal, lo sagrado con lo aberrante… pero, sobre todo, con lo sutilmente diabólico que plantea el disco.
Dicen que el diablo está en los detalles, y al escuchar la construcción sonora del álbum encontramos, como no, ciertas pinceladas de lo prohibido en la viña del Señor. El tema Porcelana usa una textura vocal más rústica y turbia (nótese la ironía respecto al título). El ritmo de las oraciones en latín, recitadas de forma mecánica y con tono incitador, podría fácilmente invertir los crucifijos en casa. Musicalmente, resulta inquietante en el mejor de los sentidos. Estos detalles provocadores se encuentran salpicados por todo el disco, como a trazos sutiles, en las grietas donde dicen que el diablo se esconde; particularmente al inicio del segundo movimiento de Mio Cristo Piange Diamante y la apertura de Berghain. La obra no siempre depende de la subversión lírica para crear tensión; también utiliza cortes artificiales y oleadas energéticas de violines que aumentan el tempo al instante.

Este mismo contraste lo encontramos en temas como La Yugular, que respira más tensión y euforia. Además de mezclar el español y el árabe en la primera mitad, agrega un corte y un poema que funciona como segundo movimiento dentro de la misma canción. Así introduce un poema de tintes borgianos sobre abarcar el mundo, el ser y la divinidad como un todo, con el amor en el centro.
Se puede discutir si es inspiración directa de El Aleph, cuento de Jorge Luis Borges, donde se explora el infinito y la divinidad en la condición humana. En cualquier caso, ROSALÍA toma estos temas y no hace una imitación, sino una reinterpretación de conceptos afines que se sostiene por sí misma. Todas las imágenes se revelan superpuestas ante el oyente, como si se transparentaran como una blusa beige, aumentando el concepto de divinidad y, sobre todo, la performance de ROSALÍA como creadora dentro del universo del disco.

LUX de ROSALÍA: técnica, innovación y nuestro señor Jesucristo
Escuchar LUX es verla nacer en el primer tema y apagarse al final, como un organismo que cambia y se modifica con cada escucha y reflexión, con todas las capas discursivas e interpretativas que plantea. Y, aunque la divinidad se ha banalizado en la industria durante décadas —con figuras como Lady Gaga o Madonna antes que ella—, es cierto que ROSALÍA se aproxima con respeto a las historias de las mártires y santas que la inspiraron, así como a la tradición operística y a la técnica vocal avanzada. La artista española va mucho más allá de la pose y del delirio por trascender, sosteniendo su narrativa en una técnica vocal sólida, capaz de alcanzar notas altísimas y desarrollar todo tipo de florituras vocales: melismas, glissandos y falsettos. Ninguna tontería.
Además, ROSALÍA no solo canta en sus lenguas maternas (español y catalán), sino también en árabe, japonés, francés, portugués, italiano, ucraniano, alemán, entre otros. El estudio de historia, filosofía, religión y teología, técnica vocal, abstinencia sexual y mil sacrificios más hacen que LUX sea una pieza valiosa que confirma a ROSALÍA como una de las artistas más innovadoras de la música contemporánea.

Entre lo sagrado y lo profano, lo operístico y lo urbano, el álbum combina técnica vocal, exploración teológica y audacia sonora en un todo coherente y sorprendente. Cada escucha revela nuevas capas de significado y emoción, consolidando a LUX como un disco imprescindible en la música latina y una obra que redefine los límites de la creatividad musical de la artista española.
¿Qué te pareció LUX? ¿Lo escuchaste completo o solo algunos temas? ¿Crees que estamos ante uno de los trabajos más ambiciosos de ROSALÍA o sientes que conecta contigo desde otro lugar más íntimo? Déjanos tu opinión en los comentarios y sumemos voces a este diálogo que, como el propio disco, está lejos de agotarse.




