La escena musical venezolana despide a una de sus figuras más emblemáticas. Abraham “Cangrejo” García, baterista y cofundador de La Seguridad Nacional, fue anunciado como fallecido a través de un post oficial en el Facebook de la banda. Hasta el momento, no se han difundido detalles sobre las causas de su muerte, ni se ha emitido un comunicado ampliado por parte de familiares. La noticia, sin duda alguna ha generado un fuerte impacto entre compañeros, músicos y seguidores, pone una vez más en escena el profundo arraigo cultural de una figura clave del punk venezolano.
Las noticias sobre su partida se corre como pólvora entre generaciones, en publicaciones espontáneas y mensajes que no buscan solo confirmar una noticia, sino entender la dimensión del legado que deja. Su rol en la historia del rock venezolano no se mide por cifras ni tendencias, sino por su capacidad de haber generado una identidad sonora irreverente, urbana y única.
Un nombre que marcó el arte y contracultura
Abraham “Cangrejo” García fue mucho más que un baterista. Fue una persona creativa, ilustrador, diseñador gráfico y parte del eje fundacional de una banda que marcó un antes y un después en la música underground venezolana. Su visión artística lo convirtieron en una figura polifacética para el punk caraqueño de los 80.
En 1982, junto a Gustavo Corma y Yátu, dio forma a La Seguridad Nacional, un proyecto que rechazaba etiquetas del momento. Lo suyo no era solo punk, ni solo new wave. Era ruido organizado, como ellos lo definieron: una mezcla de actitud, lenguaje callejero, crítica y desobediencia estética.
Aquel primer show en 1983, en el Poliedro de Caracas, fue un punto de inflexión para la contracultura musical. Su único álbum de estudio, Documento de Actitud (1991), fue grabado y producido por la propia banda con un enfoque totalmente independiente. Y aunque se disolvieron en 1994, regresaron en 2005 con una gira y un disco recopilatorio.
Más allá de la batería, “Cangrejo” dejó huella en el arte gráfico de la música venezolana. Fue ilustrador y diseñador de portadas para bandas como Zapato 3, Dermis Tatú, Trance Nuance y Los Mentas. Su trazo, cargado de humor negro, crítica y simbolismo urbano, se convirtió en una segunda firma visual para el rock local.
La estética que desarrolló no era decorativa, sino conceptual. Entendía que la música no se escucha solo con los oídos, sino con todo el cuerpo.
La ausencia de detalles sobre su muerte ha generado una respuesta colectiva marcada por el respeto y la prudencia. Lejos de alimentar especulaciones, la comunidad musical ha optado por rendir homenaje compartiendo imágenes, recuerdos y grabaciones que capturan su impacto cultural. La reacción no ha sido de incredulidad, sino de duelo: una despedida abierta, que aguarda palabras oficiales para cerrar un capítulo.
Una huella imposible de replicar
La Seguridad Nacional no fue una banda cualquiera. Su enfoque contestatario, sus letras incómodas y su desprecio por la industria convencional hicieron que se convirtiera en leyenda desde los márgenes. La batería de Cangrejo fue una pieza central en esa fórmula: percusiva, imperfecta, honesta.
Bandas emergentes siguen citándolos como influencia. Festivales alternativos aún programan sus temas. Y quienes los vieron en vivo guardan en la memoria esa potencia escénica que no se aprende en academias. Aún hoy, en pleno 2025, su espíritu sobrevive en cada canción que incomoda y en cada artista que decide no pactar.
