Cuando se habla de festivales con identidad propia, FESTIAL! ya se ha ganado un lugar distinguido en el mapa sonoro nacional. Su segunda jornada, celebrada el pasado 24 de mayo en Alcázar de San Juan, fue una confirmación rotunda de su crecimiento: música vibrante, artistas en estado de gracia, experiencias culinarias únicas y una conexión emocional con el público que traspasó cualquier expectativa.
Amanecer con música: emociones desde temprano
El día comenzaba con la calidez del sol manchego y una propuesta musical matinal en la plaza del ayuntamiento. Los primeros en subir al escenario fueron Bauer, desde Málaga, con un directo envolvente que combinó la melancolía de su sonido alternativo con la alegría de presentar en vivo su nuevo trabajo, lanzado el pasado 23 de mayo. Las canciones de su recién editado álbum resonaron con madurez y emoción en un entorno cargado de historia.

Después, Embusteros mantuvo el ritmo encendido. La colocación estratégica de carpas auxiliares permitía al público resguardarse del sol, lo que facilitó una mayor asistencia. Su rock directo y energético se sintió como un soplo de aire fresco, acompañando la euforia colectiva que se iba gestando.
Con Jordana B, llegó el turno de los himnos. El grupo madrileño desplegó una entrega sincera y visceral, interpretando temas coreados con entusiasmo por un público que claramente ya les seguía de cerca. La conexión fue inmediata y potente.

La sorpresa de la mañana llegó con Los Invaders, una banda valenciana que se ha especializado en directos contundentes. Su interpretación del clásico Puto de Molotov fue simplemente demoledora, cerrando con furia rockera una primera parte de jornada que ya había dejado momentos para el recuerdo.
Tarde de música, sabor y energía en expansión
Ya en el Complejo Polideportivo Municipal, la segunda mitad del día abrazaba una fusión entre arte sonoro y deleite gastronómico. La jornada vespertina arrancaba con MUNTZ, una banda emergente que supo ganarse al público con guitarras crudas, letras afiladas y una actitud tan honesta como poderosa.

Entre conciertos, el espacio fue musicalizado por los infalibles Chinches DJs, que hilvanaron clásicos y perlas contemporáneas con maestría. Su set fue uno de esos elementos invisibles pero vitales que elevan la experiencia festivalera al siguiente nivel.
El turno emocional fue para Carlos Ares, quien, acompañado de su banda, ofreció un show que rozó lo espiritual. Con un sonido limpio y cálido, letras que invitan a la introspección y una puesta en escena cuidada, conquistó a una audiencia que no dudó en acompañarlo verso a verso.
La propuesta del festival se amplificaba entre canciones con food trucks, vinos de la región y zonas de relax que invitaban al encuentro y la contemplación.

Estrellas que brillan con luz propia
Una de las presentaciones más esperadas fue la de Amaia. Su show fue una lección de musicalidad y sensibilidad. Acompañada por guitarras, piano y hasta un arpa, desplegó temas como Perdona (ahora sí que sí), El encuentro y Tengo un pensamiento, emocionando con una interpretación que trascendió lo técnico. Su voz y presencia escénica son, sin exagerar, de otro nivel.

La nostalgia tuvo su momento de oro con Duncan Dhu, leyenda viva del pop en español. La gira de celebración por sus cuarenta años trajo de vuelta clásicos como Cien gaviotas, Esos ojos negros y En algún lugar, creando una atmósfera de complicidad colectiva que hizo vibrar cada rincón del recinto.
La Casa Azul y Carlos Jean: el éxtasis final
Cuando La Casa Azul irrumpió con su arsenal visual y sonoro, la fiesta alcanzó su punto máximo. Su espectáculo, plagado de luces LED, pantallas y plataformas, conjugó baile, nostalgia y futurismo en partes iguales. Fue uno de esos momentos que hacen historia en un festival: comunión total con un público entregado.

El broche de oro fue obra de Carlos Jean, quien con su set demostró por qué es uno de los grandes nombres de la electrónica nacional. Cada beat era un disparo certero a la pista. Su agradecimiento al público y su carisma sellaron una noche inolvidable.
Un festival con alma
FESTIAL! no solo es un festival de música. Es una experiencia donde lo sonoro, lo visual, lo emocional y lo gastronómico se integran con naturalidad. Cada detalle —desde la producción técnica impecable hasta la selección artística— confirma que se trata de un evento que entiende el pulso del público actual.
Queda claro que Alcázar de San Juan ha encontrado su lugar en el circuito festivalero nacional. Y FESTIAL!, su sello inconfundible.
Hasta la próxima edición de un festival destinado a transformarse en un clásico de la primavera y todo bajo la atenta y exquisita mirada artística de El Planeta Sonoro y la factoría de Ribera Sonorama.