Gilberto Santa Rosa desata dos horas de salsa, emoción y baile en Starlite Madrid. Una noche donde el frío se quedó fuera
Starlite Madrid sigue consolidándose como uno de esos refugios urbanos donde el invierno se queda en la entrada y, puertas adentro, se vive y se celebra la vida a través de la música. En los pabellones 12 y 14 de IFEMA, la propuesta va mucho más allá del concierto: mercadillo navideño, gastronomía bien pensada, after parties sin prisa y una producción que busca que el público no solo asista, sino que se quede. Hasta el 23 de diciembre, la capital tiene aquí un pequeño ecosistema propio.
En ese contexto, la noche del domingo tenía un nombre subrayado en rojo: Gilberto Santa Rosa. Y no falló.
Una entrada con memoria, historia y pulso
El show arrancó a las 22 horas, con el auditorio ya lleno y una energía que se palpaba incluso antes del primer acorde. En la pantalla central comenzaron a desfilar imágenes de toda una vida: Puerto Rico, fotos de infancia, escenarios pasados. La banda marcaba el ritmo mientras el público entendía que aquello no era una simple intro, sino una declaración de intenciones. Cuando apareció Gilberto Santa Rosa, el pabellón no tembló: bailó.
Si en Noches del Botánico ya había quedado claro su poder de convocatoria en Madrid, lo de esta noche —coincidiendo con el inicio oficial del invierno— fue otra cosa. Afuera, el frío. Dentro, una combustión lenta y constante. Un Sold Out que se sintió de verdad.
El Caballero entra en calor
Desde Me gustan las Navidades, con la que abrió la velada, quedó claro que no habría tregua. El público, de pie desde el primer minuto, respondió cantando, moviéndose, celebrando. El Caballero de la Salsa vino a compartir su legado, a hacerlo vibrar.

Durante más de dos horas, el setlist fue un mapa emocional bien trazado: Lo agarro bajando, Un montón de estrellas, Derroche. En los pasillos se improvisaban bailes, en las butacas había brindis familiares, y más de uno cerraba los ojos para viajar mentalmente a su lugar de origen. La salsa funcionó como idioma común.
Orquesta grande, sonido fino y homenaje
Hasta 17 músicos en escena, contando al eterno Gilberto, sostuvieron un sonido pulcro y elegante. Sí, por momentos el volumen subió más de la cuenta, pero era difícil competir con un auditorio que no paraba de cantar, gritar y rugir. Cada instrumento tenía su espacio; las percusiones respiraban, los metales brillaban y hasta el aerófono tuvo su momento de protagonismo. Hubo solos celebrados y una sensación constante de músculo y oficio.
En la noche del domingo en Starlite Madrid, además de cautivar por completo con su sólido directo, el boricua también homenajeó a grandes compositores como Juan José Hernández y Omar Alfanno, entre otros.
Conversaciones, risas y un sí inolvidable
Cercano y sonriente, Gilberto Santa Rosa hablaba con el respetable. Bromeó con el clima europeo diciendo vengo de un país pequeño del Caribe, de Puerto Rico, y estas temperaturas para nosotros son como el polo norte, arrancando carcajadas. Luego llegó la clásica encuesta al público para conocer su lugar de procedencia. En esta oportunidad, Venezuela ganó por goleada, aunque también se hicieron sentir República Dominicana, Perú, Panamá, Colombia y España, entre otros países.

Uno de los momentos más emotivos llegó antes de Te propongo: una pedida de matrimonio en directo, amplificada por las tres pantallas gigantes. El sí fue celebrado por todo el pabellón como si fuera propio y contando con la complicidad de Gilberto, que ofició de maestro de ceremonias.
Invitados, humor y complicidad
El cantante invitó a cantar Ella a Gerardo Ribas y al joven Luisito Vázquez, y luego se tomó el tiempo de presentar a su orquesta. Cada músico aportó su cuota de humor, mientras Gilberto remataba con ironía: yo buscaba músicos serios, pero no quedaban. El público, encantado.
Canciones como Cartas sobre la mesa, Ahora o nunca, Conciencia, Perdóname y Vivir sin ella mantuvieron el compás, el ritmo alto, sin altibajos ni rellenos.
Cuando la noche ya pedía eternidad, Gilberto Santa Rosa avisó que llegaba el final. En pantalla apareció un reloj con números romanos marcando la cuenta atrás. Conteo regresivo, Qué alguien me diga, Qué manera de quererte pusieron el broche a una despedida vibrante, rítmica, compartida.

Tras su concierto sublime en Starlite Marbella, el boricua repitió hazaña en Madrid. El recinto quedó con esa sensación hermosa de haber vivido algo completo y magistral.
Gilberto Santa Rosa no necesita presentaciones. Es un prócer viviente de la salsa. Y en IFEMA, en pleno invierno, lo volvió a demostrar.




