Los fanáticos de «Juego de tronos» quedamos con un sabor entre dulce y amargo cuando finalizó la serie, luego de haber vivido con intensidad y dolor un viaje maravilloso que fueron las primeras temporadas. La prontitud por hacer una última, sin el aval de la pluma de George R. R. Martin, pasó factura y nos dejó un final lleno de desaciertos y malas jugadas.
Aun así, sigue siendo una de mis series favoritas; pero teniendo ese desenlace realizado por HBO y los escritores David Benioff y D. B. Weiss, el temor por un spin-off centrado en la querida casa Targaryen hizo presa de mi. Era la oportunidad de que HBO enmendara lo hecho con lo último de «Juego de tronos«.
Y así comenzó este nuevo viaje por los 7 reinos, 200 años antes de lo sucedido en «Game of Thrones», dibujando con maestría el perfil de cada personaje, escudriñando los rincones sucios del juego político feudal detrás de cada corona, viendo el esplendor de los paisajes y castillos, y disfrutando la imponencia de cada dragón en vuelo.
«House of the Dragon» se cocinó lenta y sabiamente. Nos mostró en esta primera temporada el preámbulo del desastre que se cierne sobre Roca Dragón y Desembarco del Rey por la lucha del trono de hierro. Nos presentó un casting de lujo, con actores que traspasan la pantalla con sus interpretaciones. Matt Smith y Paddy Considine brillaron como el príncipe Daemon y el rey Viserys, destacándose ambos en el sentido capítulo 8. Y no podemos dejar de lado el increíble trabajo en efectos especiales realizado con los dragones. Es realismo puro para una serie de tv/streaming.
Esperemos que HBO y sus showrunners hayan aprendido la lección, y que «La casa del dragón» no se vaya diluyendo con el pasar de las temporadas.
¡Que viva la reina Rhaenyra Targaryen!
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