Antes de que José Madero encendiera la Sala UNI de Madrid, la apertura corrió por cuenta de La Gusana Ciega, una de las bandas más consistentes del indie rock mexicano. Su directo mantiene la esencia que los hizo referentes desde los noventa: guitarras limpias pero filosas, bajos melódicos que sostienen la narrativa y una batería que juega entre lo atmosférico y lo contundente.

El público respondió de inmediato cuando sonaron clásicos como Tornasol o No Puedo Verte, piezas que han marcado sus setlists históricos, mientras que cortes más recientes como 1987 confirmaron que la banda no vive únicamente de la nostalgia. La ejecución en vivo, precisa pero con espacio para la improvisación, evidenció la madurez de un grupo que ha sabido crecer con su audiencia y seguir vigente en una escena donde pocos logran equilibrar lo experimental con lo popular.

Setlist, dinámica y sonido
Si algo ha sabido hacer José Madero, y PXNDX por añadidura, es romper con lo establecido. Patear el tablero es, como dicen, uno de los rasgos característicos de su personalidad. Esa cualidad quedó patente en su show más reciente, cuando las baladas y la audacia del rock mexicano transformaron la noche en una experiencia inolvidable.
El concierto, fue un asalto de sabores y matices tan contemporáneos como nostálgicos (tocaron Narcisista Artificial, como era de esperar). Decir que el público se unió como grupo sería lo mínimo. Fue, más bien, un caso clínico de sinergia colectiva, casi como si todos hubieran revivido algo que no parecían recordar. Agradecemos informar que no hubo heridos.

Desde el backstage, los músicos que saldrían a escena ya hacían experimentos con la tensión de las guitarras al afinar las cuerdas, para darles ese texturizado polvoriento, casi crocante… como las capas de un croissant moreno. Los bateristas ensayaban percusiones sobre bolsos y cojines para ir despertando las muñecas, y las voces practicaban coros; otros solo bebían. Todo mientras reían, hacían chistes de “tu tía” y hacían vida alrededor de las tablas de quesos. Parece que para ellos el disfrute del arte por los artistas siempre ha sido parte de la ecuación, y esa plenitud se transmite al público.
Público y resiliencia artística
Los oyentes eran, en muchos sentidos, un ecosistema cultural tan diverso como una ensalada. Había desde mexicanos muy de CDMX, bien reconocibles, hasta españoles tan jóvenes que hacen ver 2006 como si fuese hace casi veinte años, imagínese usted.
Pepe Madero y los talentosos músicos que lo sostuvieron durante todo el show se entregaron tanto como su público. Si querían transmitir la pasión que tienen dentro, aunque “los años a veces pasen de a dos y apurados”, en definitiva lo lograron.

Además del pronunciado contraste entre la mística del show (los bombos contundentes del interludio, lo orgánico y pasional) y la calidad del espectáculo (el juego de luces, la escenografía y la preparación “a prueba de todo”, como en MythBusters), el grupo sorprende por su capacidad de adaptación y dominio escénico en un gran rango de emociones. Otro de los motivos que hacen grande a la banda y a José Madero como artista.
Quizá ese es el secreto que descubrió José Madero para mantenerse vigente tras la disolución de la banda, un proceso de aclimatación que no le fue sencillo (comentaba en exclusiva para Arepa Volátil). Esa y otras cualidades lo mantienen vigente en una industria feroz, que a menudo devora ideas originales y en la que las movidas musicales propositivas parecen estar en peligro de extinción. Como los osos pandas.

Legado sólido y coherente
José Madero ha sabido descolgarse la etiqueta de sus éxitos pasados para fraguar un catálogo musical solista que se sostiene por sí mismo, no solo se nutre de las mieles de la nostalgia. Aunque haya quienes no conciben al cantante fuera de ese marco. Pero, según José nos da a entender, no se desanima porque ya lo tiene asimilado: el mundo nunca estará libre de PXNDX.
Este concierto en Madrid dejó claro que La Gusana Ciega y José Madero representan dos generaciones del rock mexicano que siguen escribiendo historia en vivo. Fue una noche donde la nostalgia, la energía y la entrega se fusionaron en un espectáculo que confirma por qué ambos nombres siguen siendo imprescindibles en cualquier reseña de la escena latina actual.