Brian Wilson no fue un simple compositor ni un cantante brillante. Fue el cartógrafo emocional de una era, un arquitecto del sonido cuya sensibilidad redefinió las posibilidades del pop con armonías celestiales, estudios convertidos en laboratorios y un oído que escuchaba melodías donde otros solo oían ruido. El 11 de junio de 2025, su historia encontró un punto final. Tenía 82 años y una demencia que desde hacía tiempo opacaba su mente, pero no su legado.
La familia del artista confirmó su fallecimiento en un comunicado íntimo: Estamos desconsolados al anunciar que nuestro amado padre Brian Wilson ha fallecido (…) Sabemos que compartimos este dolor con el mundo. Love & Mercy. Su frase icónica se convirtió en epitafio de una carrera que nunca dejó de buscar redención a través de la belleza.
Ver esta publicación en Instagram
La sinfonía interior de Pet Sounds
Nacido el 20 de junio de 1942 en Inglewood, California, Brian Douglas Wilson creció en Hawthorne, una localidad que parecía demasiado pequeña para su talento descomunal. Con apenas 20 años, ya había compuesto Surfin’ U.S.A., convertido a su grupo The Beach Boys en símbolo dorado del California Dream y producido algunos de los sencillos más recordados de los años 60. Pero lo que realmente lo distinguió fue Pet Sounds (1966), un álbum que cambió el curso de la música popular.
Desde su aparición, Pet Sounds fue más que una colección de canciones. Fue un manifiesto emocional: melancólico, sofisticado, casi sacro. Inspiró a Paul McCartney a escribir Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, y canciones como God Only Knows o Caroline, No demostraron que el pop podía ser tan profundo como cualquier sinfonía.
Ese mismo año, Brian Wilson lanzó Good Vibrations, un prodigio técnico producido en múltiples estudios y montado como un collage sonoro. El tema encabezó las listas y sirvió de anticipo a su obra maldita: Smile, una sinfonía adolescente para Dios que nunca vio la luz en su forma original. Recién en 2004, el propio Wilson reconstruyó ese rompecabezas imposible, liberando a la vez su mito y su trauma.
Entre la luz y la sombra
La biografía de Brian Wilson tiene giros tan dramáticos como sus armonías vocales. Diagnosticado tardíamente con trastorno bipolar, pasó décadas atrapado entre tratamientos psiquiátricos, abusos familiares y una industria incapaz de proteger su fragilidad. Su relación con el psicólogo Eugene Landy, quien lo manipuló y controló durante más de una década, es uno de los capítulos más oscuros en la historia de la música moderna.
En los años 80 fue expulsado de su propia banda. En 1988, regresó con el álbum Brian Wilson, un trabajo notable empañado por los créditos ilegítimos de Landy. A partir de los 2000, sin embargo, vivió un renacimiento artístico inesperado. Junto a los músicos de The Wondermints, volvió a los escenarios con interpretaciones completas de Pet Sounds y nuevas obras como That Lucky Old Sun (2008) o Brian Wilson Reimagines Gershwin (2010), donde reinterpretó el cancionero clásico estadounidense con elegancia atemporal.
En 2012, se reencontró con The Beach Boys para That’s Why God Made the Radio, una despedida luminosa que alcanzó el top 3 en ventas en Estados Unidos. Su último gran proyecto fue el documental Brian Wilson: Long Promised Road (2021), un retrato íntimo que mostraba tanto su fragilidad como su ternura.
Hasta el final, su música fue su refugio. Como él mismo dijo: No hago canciones para la radio, hago canciones para el alma.
El legado eterno de Brian Wilson tras su fallecimiento
Con una carrera que abarca más de seis décadas, Brian Wilson dejó una impronta imposible de igualar. Fue inducido al Rock and Roll Hall of Fame en 1988, al Salón de la Fama de los Compositores en 2000 y recibió un Grammy por Mrs. O’Leary’s Cow (Fire), pieza instrumental que formaba parte del reconstruido Smile.
Su influencia se extiende desde los Beatles hasta artistas contemporáneos como Tame Impala, Grizzly Bear o Fleet Foxes. En sus canciones hay algo más que armonía: hay vulnerabilidad, riesgo y una belleza que no necesita contexto para conmover.
Le sobreviven sus hijas Carnie y Wendy —miembros del grupo Wilson Phillips—, y sus hijas adoptivas Daria y Delanie, fruto de su segundo matrimonio con Melinda Ledbetter, quien falleció en 2024. Su historia fue llevada al cine en Love & Mercy (2014), donde Paul Dano y John Cusack interpretaron sus diferentes etapas con honestidad conmovedora.
El océano musical que dejó atrás está lleno de armonías eternas.