A lo largo de la historia musical, hay nombres que resuenan con una nota de misterio, letras poéticas y melodías que tocan el alma. Uno de estos nombres es el de Jesús Sixto Díaz Rodríguez, también conocido simplemente como Rodríguez.
Este cantautor, cuyas experiencias cautivaron al mundo en el documental «Searching for Sugar Man», ganador del Oscar en 2013, dejó un legado imborrable que trascendió fronteras. Con pesar, la web oficial del músico anunció su fallecimiento a la edad de 81 años: «Con gran tristeza, anunciamos que Sixto Díaz Rodríguez ha fallecido hoy temprano. Mandamos nuestras condolencias a sus hijas, Sandra, Eva y Regan, y a toda su familia».
De origen humilde y raíces mexicanas, Rodríguez nació en 1942 en Detroit. Desde trabajos ajenos a la música, gradualmente se abrió camino en la escena musical al presentarse en clubes locales. Su presencia llamó la atención en el vecindario que había sido hogar de artistas notables como MC5, Iggy Pop y los White Stripes. En este crisol de talento, Rodríguez deslumbró a productores vinculados con el icónico sello Motown Records. Su aura, a menudo comparada con la de Bob Dylan, prometía un diamante por pulir. A pesar de su potencial, su carrera se redujo a dos discos lanzados en los sesenta: «Cold Fact» (1970) y «Coming from Reality» (1971), pasando desapercibidos en su época.
El documental «Searching for Sugar Man» dirigido por Malik Bendjelloul, nos introduce a un Rodríguez sexagenario que, después de muchos años, se entera de su estrellato en Sudáfrica. Aunque pasaron décadas, sus grabaciones resonaron en tierras distantes como Nueva Zelanda y Australia. Bendjelloul afirmó: «Es una historia perfecta. Tiene el elemento humano, el aspecto musical, una resurrección y una historia de detectives». En Sudáfrica, Rodríguez era un ícono equiparable a Elvis o los Rolling Stones. Su música se convirtió en un himno para el movimiento antiapartheid.
Del olvido a la inmortalidad
A pesar de su éxito en el extranjero, en su tierra natal, Rodríguez vivía ajeno a su propia grandeza. La falta de reconocimiento lo llevó a trabajar en la construcción, lejos de su verdadera pasión. Su música seguía siendo un tesoro oculto, cortesía de una discográfica que decidió mantenerlo en las sombras. Sin embargo, el documental lo devolvió al centro de atención, permitiéndole disfrutar del reconocimiento merecido en Sudáfrica y más allá.
Disfruta del documental ‘Searching for Sugar Man’
Un legado agridulce
Tras su resurgimiento, Rodríguez enfrentó desafíos legales en 2014, ya que los derechos de sus canciones estaban en disputa. Aunque había firmado contratos con productores en su juventud, la ambigüedad en la autoría de sus canciones generó un conflicto sobre la propiedad. A pesar de las dificultades, Rodríguez siguió haciendo historia, pisando escenarios antes inimaginables.
El trayecto de Rodríguez desde la obscuridad hasta la luz es una narrativa que trasciende el tiempo y el espacio. Su música, su historia, su impacto, todo es un recordatorio de cómo el arte puede cambiar vidas y trascender fronteras. Aunque ha partido, su legado musical perdurará en las mentes y corazones de quienes fueron tocados por su arte.
