Antes de hablar de «Cracker Island», afirmo desde mi óptica que Gorillaz es una de esas bandas que tiene dos etapas, divididas por el disco «Plastic Beach» y esto lo digo para dejar claro que este nuevo disco vendría a ser el 4to de esta nueva etapa, que ha generado muchas discrepancias en lo que gusto se refiere.
Es en febrero de este año cuando Damon Albarn y compañía nos dejan escuchar por completo los 37 minutos de esta «Isla de Galleta», que tan solo 3 días después, salta la versión Deluxe con la adición de 5 temas más, acercándonos a la casi hora de un trabajo que no necesariamente es conceptual, pero sí se percibe la conexión con «Humanz» (2017). Podría contradecirme cuando líricamente maneja una línea, pero eso siempre ha sido característico de Albarn con su manera de hacer crítica a través de la música.
«Cracker Island» nos trae colaboraciones muy interesantes y atrevidas; hasta un 60% del disco nos marca un «feat» que va desde Thundercat, pasando por Bad Bunny y llegando a Beck.
El disco comienza de manera muy potente con el homónimo del disco, que es en colaboración de un bajista ganador de Grammy como lo es Thundercat. ¡Aprobado!
«Oil» nos regala una mezcla vocal de Fleetwood Mac con Gorillaz gracias a Stevie Nicks. Buen tema.
«Silent Running» es un tema muy nostálgico que, junto a la voz de Gorillaz (Adeleye Omotayo), ¡gran canción!
«New Gold» es una licuadora de géneros y sonidos en lo indie y subterráneo. Con Tame Impala y Bootie Brown logran un tema increíble de verdad.
«Tormenta», el nombre me presagiaba qué sería lo que sucedería en mi cabeza al escucharla, pero debo admitir que es de las pocas maneras que tengo de poder escuchar y aceptar a Bad Bunny. Este tema es estratégico, pero si me pongo a explicar, se me va la reseña en esto.
«Possession Island» es el tema más acústico y orgánico del disco. La canción no está nada mal, aunque siento que el feat. de Beck es pobre, lo que supone que su presencia es más musical que vocal. Con todo y eso, es de mis favoritas del disco.
No quiero dejar de mencionar un par de temas, «Baby Queen» y «Skinny Ape», que para mí son un par de temazos.
Concluyo diciéndoles a los fans que, si siguen haciendo las comparaciones y esperando un Gorillaz como el homónimo del (2001) y «Demon Days» (2005), les van a salir varices y canas. Gorillaz evolucionó y más bien agradezco que este nuevo trabajo me ayuda cada día más a olvidar cuando en 2010 sacaron «Plastic Beach», que para mí fue un fail total.