El camino de Blonde hasta su llegada a Netflix ha sido largo y tortuoso. La película proviene del ímpetu creativo de Andrew Dominik, flamante director de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford y Mátalos suavemente… que desde que se estrenó esta última película, en 2012, no ha vuelto a lanzar ningún largometraje. Dominik ha estado ocupado rodando algunos episodios de Mindhunter e intentando sacar Blonde adelante, ambas en el seno de Netflix, topándose con una amplia serie de percances en lo tocante a este film. ¿Por qué? Porque parece ser un material muy sensible, incluso para los estándares de Netflix.
Blonde se basa en la novela homónima de Joyce Carol Oates (que no ha dudado en alabar la adaptación en redes sociales) para tejer un atípico biopic en torno a Marilyn Monroe. Mitiquísima estrella de Hollywood que se dejó caer por títulos como La tentación vive arriba, Los caballeros las prefieren rubias o Con faldas y a lo loco, llevando una vida agitada y convulsa que se va a encargar de recrear Ana de Armas. En el tiempo que Blonde se ha pasado en nevera (con Netflix exigiendo montajes nuevos), De Armas se ha convertido en una gran estrella, gracias a la sucesión de Puñales por la espalda y Sin tiempo para morir.
