El regreso a las pantallas de «Betty la Fea» y de «Pedro el escamoso» nos pone a pensar si las telenovelas imitan a la vida o viceversa… También recordamos viejos buenos tiempos.
Telenovelas venezolanas clásicas: Un viaje por la historia de las emociones en la pantalla
Las telenovelas han sido parte de la cotidianidad en mi natal Venezuela y supongo que también para la mayoría de los latinoamericanos. De hecho, un par de días después de mi nacimiento, comenzó a emitirse «Una Muchacha Llamada Milagros», protagonizada por Rebeca González y José Bardina, escrita por la gran maestra del género, la cubana Delia Fiallo, quien siendo doctora en Filosofía y Letras, tuvo el conocimiento suficiente para teñir de rosa situaciones cotidianas y hacerlas poderosamente «televisivas» porque las telenovelas, amigos queridos, no solo imitan a la vida, son una poderosa droga y crean adicción.
«Una Muchacha Llamada Milagros»
¡Miremos a Colombia! El ingreso que están obteniendo a través de sus telenovelas y series solo es comparable a las narco-fortunas: «Betty La Fea», «Pedro el escamoso», «Sin Tetas no hay Paraíso», «Café con Aroma de Mujer,» «Pasión de Gavilanes» y pare de contar.
Por supuesto, las telenovelas o «culebrones» son (aún) más viejas que yo. Su historia nace con la TV en sí, llamada «teleteatros» o «comedias» y estaban patrocinadas por jabones femeninos, pero las cadenas de televisión vieron el potencial y lo adoptaron y desarrollaron.
En Latinoamérica, el año de partida es 1951, con la emisión de «Sua vida me pertenece» (TV Tupi, Brasil), «Senderos de amor» (Cuba) y «Ángeles de la calle» (México).
Las telenovelas imitan a la vida y también tienen vida
Muchas de las frases que nuestros compañeros de trabajo, familiares, amigos e incluso, nosotros mismos decimos, provienen de los rayos catódicos: El primer personaje abiertamente gay de un culebrón, Piero de «Cristal», decía a diestra y siniestra «eres de lo last»; pegando también el «cosita divina» de Gaby Spanic, «Ni pendiente perro caliente» o el «con los buenos días» de Mimí Lazo (y las mil y una frases de Thalía en México y de las malvadas que le hacían la vida imposible) pero volvamos a Venezuela: En los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando no solo la pluma de Delia Fiallo ponía los nervios de punta a nuestras madres con los amores del chico millonario y la muchacha del aseo, sus respectivos familiares enfermos e injustos encarcelamientos.
«Cristal»
También los intelectuales José Ignacio Cabrujas, Julio César Mármol y Leonardo Padrón abandonaban novelas y artículos culturales para engrosar el listado de exitosos dramáticos: «Esmeralda», «Leonela», «Topacio», «Las Amazonas», «El Sol sale para todos», «La Dama de Rosa», «Abigaíl», «Por Estas Calles».
«Por Estas Calles»
Mención aparte merecen «Cristal», que paralizó a España y «Kassandra», cuya hora de emisión era un alto al fuego en plena guerra de los Balcanes. Con el ocaso de la calidad de vida en la tierra de Bolívar, la producción de dramáticos disminuyó (por cierto, «dramáticamente») y los productos mexicanos como «Corazón Salvaje» y «María la del Barrio» y «Marimar» (encabezados por Thalía) y brasileños como «Tieta» o «Xica Da Silva» ganaron espacio hasta que, en 1999, todo cambió: Beatriz Pinzón Solano fue contratada por EcoModa.
«Betty la Fea»
Con «Betty la Fea» la telenovela se enriqueció con altas dosis de humor, sin dejar las situaciones rosa e inmediatamente, Caracol TV aprendió la lección dictada por RCN y emitió «Pedro El Escamoso,» el recordado bailarín del «Baile del Pirulino.»
No conforme con esta innovación y el franquiciamiento gringo y mexicano de la historia de la fea reconvertida en bella, el mundo de la telenovela colombiana adaptó para sí las tendencias mundiales: Remakes (se viene Betty la Fea 2 y Pedro El Escamoso 2024) y la transmisión vía streaming (El Pirulín Pin Pon se verá en HD por Disney +)… ¡Toma, Cobra Kai!
Si quieres que te recomiende alguna telenovela, solo te diré que salgas a la calle, te enamores, converses con desconocidos y aceptes malos trabajos: «La vida es una telenovela».
