En el grupo de WhatsApp de la promoción del colegio, un pana que se fue apenas nos graduamos (treinta y tantos años ya) nos preguntaba a los que seguimos en Caracas si las cosas estaban como en el vídeo de un muchacho tonto que nos envió; uno de (lamentablemente) tantos «influencers» de Instagram y TikTok que se viralizan por hacer ver real una vida falsa y, de paso, promocionar marcas y lugares.
Queridos venezolanos que emigraron: Yo no tomo café con leche de avellanas; lo sigo haciendo en la greca. Tampoco desayuno arepas trufadas, les sigo untando Diablitos o Cheese Whiz. No me muevo en una Explorer o Fortuner blindada; tengo mi tarjeta del metro, que semanalmente recargo por 10 Bs. No gasto 170 $ para almorzar colgado de una grúa; cuando toca comer afuera, busco restaurantes con menú ejecutivo.
Caracas es una ciudad anárquica, donde hay que ser fuerte y estar atento. Siempre ha habido delincuentes, pero los de ahora lo hacen (además de la necesidad) por maldad y, hasta para cruzar la calle se corre peligro… Bueno, desde antes, porque los incontables motorizados utilizan las aceras de circulación como vía rápida.
¿Quieres saber cómo es la Caracas de hoy? La postal correcta está en Twitter; no en TikTok.