La artista madrileña mordió el alma de todos los presentes, que agotaron las entradas, en la mítica sala La Riviera, a las orillas del río Manzanares, en la capital ibérica.
Arreglos florales en todo el stage adornaban los emplazamientos de los instrumentos; se detenían los fans en el interesante stand de Merch and Tour e iban tomando posiciones en un recinto en el que se avecinaba una noche grande.
Un comienzo de paladar exquisito
Sonidos de aves cantando y revoloteando inundan los altavoces del sitio, el público se muestra expectante, los músicos ingresan paulatinamente, en la enorme pantalla central los pájaros vuelan en círculos, una voz realiza una intro, la banda comienza a tocar y, a continuación, ingresa la protagonista del evento, la talentosa Travis Birds, que con su voz de terciopelo enciende la mecha del corazón de todos los presentes con A veces sueño, pieza incluida en su aclamado disco de estudio Perro Deseo.

Increíble y magnífico comienzo. Su show es un cuento donde la heroína, bautizada como Travis Birds, nos defiende a través de sus canciones, de sus poesías, de sus texturas musicales y de su magnetismo, de lo malo de la vida. Buenas noches, Madrid, dice la artista y prosigue con Madre Conciencia. Entre las cualidades de la cantante está la virtud de conectar desde la primera nota que ejecuta con su voz con el respetable. Evidentemente, los dioses de la música la han bendecido con un don y ella sabe perfectamente trabajarlo, cuidarlo y llevarlo a otra dimensión.

Agradece por el cariño, por la presencia de sus fans y dispara con esa certera bala que es Peligro. El karaoke al unísono que se presenciaba es para enmarcar, en una velada que quedará atrapada por y para siempre en el corazón de todos sus seguidores.
El nudo del show es épico y las aves se posan en Las Palmeras
El cautivante espectáculo, durante el cual se pudo observar una vez más a la compositora tocando guitarras, teclados y sacando brillo a su gola, fue un viaje inmersivo en el que los “pajaritos” que se encontraban abajo del escenario pudieron disfrutar canciones de sus discos AÑO X, La Costa de los Mosquitos y el mencionado Perro Deseo.

Es para destacar en el concierto la trabajada puesta en escena, donde las atrapantes visuales, sumadas a la decoración, la entrega total de los músicos —quienes manifiestan su talento— y las musas apoderadas por completo del alma de Travis Birds, transforman la noche en un encuentro artístico y musical que ha dejado huella.
Piezas como Cuando Satán vino a verme, Grillos o Coyotes, entre otras, son las responsables de continuar emocionando a los presentes. Se pudo ver hasta las clásicas palmeras de la sala cantando al compás de los himnos de la compositora madrileña. Hasta las aves se posaban en los brazos de estas plantas. Pero son discretas y no dejaron que les tomáramos fotografías.
Un océano de aplausos
Vítores y más vítores dedicaban todos los presentes a Travis Birds conforme ejecutaba deslumbrantemente obras del calibre de Contigo, Una romántica y Maleza, entre otras. El grupo suena compacto durante todo el set, bien coordinado, y se lo podría definir como un inmenso pájaro sonoro que, con sus vuelos, transmite poesía musical pulcra.
Un último aleteo brillante
Travis Birds, lamentablemente, no pudo escapar a las agujas del reloj y todos deseaban que la velada fuera eterna. Por fortuna, Cronos, dios del tiempo, concedió unos minutos más para poder disfrutar de ese fuego interno que alberga la música madrileña en su ser.
Antes de concluir, permítanme agradecer a David Moya de la agencia SONDE 3 por facilitar, con su profesionalidad habitual, nuestra cobertura para esta reseña; a Isidro, mítico responsable de la sala, por su excelente labor, colaboración y ayuda en todo momento; a todo el staff de la empresa Rock and Control por su continua cooperación; y al fotógrafo Henrique Pratas (@henrique_pratas) por las magníficas imágenes que acompañan este trabajo. Chapó por todos ellos.

Los últimos vuelos de Travis Birds, con los que corrobora la eterna unión con sus fans, son para sus clásicos Urgente, Eduardo y Thelma & Louise, que son seguidos de atronadores aplausos por parte de todos los presentes. No encuentro elogios suficientes para poder definir lo acontecido en La Riviera, por lo que ya he propuesto a la RAE un nuevo término para incorporar a su diccionario: Travisiana: dícese de una artista con mayúsculas que, a través de sus poéticas y musicales alas, cautiva corazones.
El futuro de la música pasa por el arte de Travis Birds.