Cuando una canción logra resonar más allá del ruido, cuando sus guitarras no solo distorsionan sino que abren grietas en la piel emocional del oyente, estamos frente a una obra que merece atención. Eso es exactamente lo que ocurre con Clérigo, el segundo adelanto del álbum que VECCHINI lanzará en octubre bajo el nombre Animales Solitarios. Este nuevo corte ahonda con precisión quirúrgica en la crisis espiritual que emerge cuando las estructuras internas colapsan y ya no queda refugio más que en uno mismo.
Con un sonido que bebe del metal moderno, pero que no teme mirar hacia el pasado, Clérigo se enmarca en una estética que recuerda a los pasajes más introspectivos de In Flames, el dramatismo melódico de Dark Tranquillity y las texturas abrasivas que marcaron los años noventa en el metal europeo. El resultado es una pieza que no solo golpea, sino que permanece.
La fe hecha trizas: una catarsis necesaria
«Y es que no puedo ver , lo que no quiero ver», se escucha en un pasaje, y en esa frase se condensa el espíritu del track: la experiencia de mirar hacia adentro y encontrar ruinas. Clérigo no es una canción de consuelo, es una confesión con los dientes apretados. La producción, que conserva un balance quirúrgico entre crudeza y claridad, permite que cada riff y cada verso lleven el peso emocional que la letra exige.
Animales Solitarios, un álbum de fracturas y memoria
El proyecto completo se anuncia como una obra de largo aliento, tejida con relatos de abandono, soledad urbana y un fuerte trasfondo sociocultural. Ya en Hijos de la Nada se evidenciaba una mirada crítica hacia las desigualdades estructurales, pero con Clérigo el foco se dirige hacia el colapso interior, esa pérdida de norte que sucede cuando las creencias se convierten en ruinas personales.
Este nuevo sencillo representa una evolución sonora de VECCHINI: guitarras afinadas al filo del abismo, una batería precisa pero orgánica, y una voz que más que cantar, confronta.