El sol todavía apretaba cuando los primeros asistentes cruzaban el umbral verde del Real Jardín Botánico Alfonso XIII. Como cada verano, Noches del Botánico volvió a levantar su pequeña utopía de música, gastronomía y entorno cuidado, en pleno corazón de la Universidad Complutense de Madrid.
Con el habitual buen gusto del festival, Juan Melov, DJ residente, se encargaba de alinear las vibraciones en la zona Momentos Alhambra. Set sobrio, cálido, elegante. Un telón musical tejido con paciencia, preparando los cuerpos y las cabezas para lo que vendría: una jornada de altos vuelos con Tori Kelly y The Roots.
Este oasis cultural que construye Noches del Botánico no solo ofrece una experiencia musical de altísimo nivel, sino que también destaca por su respeto al medio ambiente, su impecable organización y la calidez de un staff entregado. Todo ello, enmarcado en un entorno natural que lo convierte en un evento único. Cada galardón que recibe este festival, sin duda, está más que justificado.
Tori Kelly y su magnetismo puro desde el primer verso
Tori Kelly emergió y bastaron unos acordes para que el público, que ya llenaba con holgura las gradas y el césped, se entregara sin condiciones. Tras una Intro, fue directa a Should’ve Been Us, y ahí, el concierto mutó a fuego. Desde el primer tema, su voz atrapó al auditorio con esa mezcla de dulzura, potencia y precisión quirúrgica. En formación minimalista con teclado, batería y ella al frente con guitarra en mano, en ciertos momentos, Tori Kelly demostró que no necesita parafernalia para dominar un escenario.

Entre sonrisas, miradas cómplices y alguna palabra en español, fue desgranando joyas de su último trabajo Tori (+a lil more), publicado en 2024. Canciones como missin u, oceans y high water sonaron limpias, emocionantes, con una producción que respetó el espacio de cada instrumento y, sobre todo, de su voz.
El público respondió como un espejo: entregado, receptivo, emocionado. Fue una escucha atenta, íntima, casi ceremonial por momentos. El cierre, con Don’t You Worry ’Bout a Thing y Alive If I Die, fue una celebración luminosa. Justo cuando el sol se retiraba por el horizonte, Tori Kelly se despedía con una ovación de pie. “Apoteósica” no es una exageración aquí; hubo quien juró ver al mismísimo astro solar aplaudirle desde el cielo.

The Roots: cuando el hip-hop se convierte en épica
Con un cielo que empezaba a amenazar con pinceladas de gris, The Roots tomaron el relevo. Y lo hicieron sin rodeos, lanzándose de lleno a lo que podría definirse como una única pieza extensa, mutante, hipnótica. Dos horas sin pausas reales, donde cada transición fue parte del mismo viaje: hip hop de raíz .
La legendaria banda de Filadelfia, con más de 30 años de historia, fue un huracán sónico y demostró una vez más por qué sigue siendo la referencia mundial del hip hop con alma. Si en su anterior visita ya conquistaron Madrid, esta vez lo hicieron de forma aún más elevada, como si hubieran multiplicado su magia por tres.

The Roots ofrecieron una única canción casi eterna, hilando sin pausas los diferentes temas con una fluidez magistral. Con bases sólidas disparadas desde consolas, un bajo casi chamánico y una batería que marcaba el pulso vital del show, lograron cautivar desde el primer segundo. Un espectáculo aparte fue ver al músico encargado del sousafón —instrumento que rodea su cuerpo entero— saltando y corriendo por el escenario mientras lo tocaba con precisión milimétrica.
La banda, de hasta diez músicos sobre las tablas, desplegó un arsenal sonoro imponente: keytar, trompeta, saxo, guitarra, dos secciones de teclados, percusiones electrónicas, etc. Cada instrumento tenía su espacio, su alma, su voz. Y las letras, como siempre, tocaban fibras sensibles: justicia social, identidad, resistencia.

El repertorio incluyó momentos claves como Distortion to Static, What They Do, The Next Movement y Dynamite!, cada una reinventada sobre la marcha, mezclando fragmentos de otros temas, ritmos quebrados, punteos jazzeros y ráfagas de funk. Todo siempre al servicio del groove. Mezclaban rap, neo soul y el hip hop más genuino, dejando claro que The Roots son sinónimo de música con mayúsculas
El espíritu de James Brown se hizo presente con una demoledora versión de Gimme Some More, y el clímax final llegó con You Got Me y The Seed logrando un éxtasis absoluto. Cuando sonó la última nota cayeron las primeras gotas, como si el cielo hubiese contenido la respiración durante dos horas y, ahora sí, pudiera llorar de emoción.
No todos los días uno es testigo de una combinación tan sólida: The Roots y Tori Kelly. Ojalá no tarden en volver.