Megara: El rugido fucsia que encendió Madrid
Antes de que The Warning desatara su vendaval eléctrico en el Palacio Vistalegre, el escenario ya había sido sacudido por una banda que, sin duda, dejó una huella imborrable en la audiencia madrileña: Megara. Este cuarteto madrileño, formado por Kenzy Loevett (voz), Rober (guitarra), Vitti (bajo) y Ra Tache (batería), se presentó con una propuesta sonora que desafía etiquetas, autodenominando su estilo como fucksia rock—una amalgama de metal alternativo, electrónica y una estética que oscila entre lo siniestro y lo dulce.
Presencia escénica, técnica y conexión emocional
Desde los primeros compases, Megara capturó la atención del público con una energía arrolladora y una puesta en escena que combinaba teatralidad y potencia musical. Su performance, vibrante y medida, dejó claro que no se trataba de una banda más del circuito nacional, sino de un proyecto que ha construido su identidad desde la valentía creativa y la convicción escénica. La voz de Kenzy, con un rango expresivo y magnético, fue el eje de una actuación que equilibró intensidad con emoción, técnica con actitud.
La interacción con la audiencia fue otro de los grandes aciertos de su presentación. Megara supo leer el ambiente, conectar con los asistentes y dejar una impresión duradera. Fue evidente que muchos salieron del recinto queriendo saber más sobre ellos, y con justa razón: esta banda está trazando su camino con pasos firmes y personalidad propia dentro del rock español y europeo.
Para quienes aún no los conocen, recomendamos sumergirse en su universo musical a través de Spotify. Aquí les dejamos el enlace a su playlist: una invitación abierta a descubrir por qué Megara es mucho más que una banda telonera —es una propuesta que merece estar en primera línea.
Hay algo que merece decirse alto y claro —y que ojalá se empiece a tomar en serio—: las bandas teloneras también merecen un trato digno. Mismo sonido, mismas luces, mismas condiciones. No deberían ser tratadas como un apéndice del show, sino como parte esencial de la experiencia. Dejarles con lo justo (o ni eso), como ocurre desde hace ya demasiado tiempo, es injusto y desconsiderado.
En el caso de Megara, por ejemplo, la falta de iluminación no solo dificultó que el público pudiera disfrutar bien de su propuesta en vivo, sino que incluso impidió que los fotógrafos capturaran su actuación para las reseñas. Y eso también es parte de hacerles justicia.
The Warning arrasa Madrid con un directo inolvidable
Bajo una lluvia de luces perfectamente orquestada y el rugido ansioso de un público devoto, a las 9 p.m., la banda mexicana The Warning irrumpió en el Palacio Vistalegre de Madrid con la fuerza de un tornado. Lo que prometía ser una noche de rock se transformó en una experiencia visceral, una comunión emocional entre banda y audiencia que dejó claro por qué este trío mexicano continúa escalando hacia lo más alto del panorama internacional.
Una conexión inmediata con el público madrileño
El arranque fue simplemente brutal. Con Six Feet Deep, Sick y Satisfied, las hermanas Villarreal marcaron el pulso de la noche desde el primer golpe de platillo. Estos tres temas, verdaderos himnos de Keep Me Fed, su disco más reciente, sirvieron como declaración de intenciones: intensidad, precisión técnica y una entrega que desborda autenticidad. Pau, siempre firme en la batería, comandó con autoridad una base rítmica que no dio tregua; su pegada es tan feroz como meticulosa, imprimiendo tensión y energía en cada compás.
Vestidas de rojo, como si el fuego que traían por dentro necesitara una manifestación visual, las integrantes de The Warning no tardaron en conectar con un Vistalegre completamente entregado. Madrid, estamos de vuelta, exclamó Dani con una sonrisa cómplice, encendiendo aún más a una audiencia que las esperaba con ansias, especialmente tras el reciente susto de salud que obligó a la banda a postergar parte de su gira latinoamericana.
Escapism fue uno de los momentos más celebrados del setlist, con ese balance tan característico entre oscuridad lírica y fuerza melódica. La voz de Dani, madura y punzante, se deslizó con facilidad entre versos etéreos y estribillos explosivos. En Apologize, la banda subió la apuesta con un muro de sonido que envolvió al público en una catarsis colectiva: los coros desgarrados desde la pista y las gradas recordaron que en cada concierto de The Warning, el alma también está en juego.
Un clímax instrumental y una entrega tribal
Uno de los puntos álgidos de la velada llegó con el solo de guitarra de Dani. Fue un instante casi místico, donde el virtuosismo no opacó la emoción sino que la amplificó. En directo, su crecimiento como guitarrista es palpable, con fraseos que oscilan entre la melancolía y la rabia contenida. A ese clímax le siguió la poderosa Choke, con una intro que literalmente hizo temblar el recinto. El riff principal, anguloso y cargado de disonancia, sirvió como detonante para una entrega colectiva que rozó lo tribal.
Carisma, complicidad y voz del público
More y Money consolidaron la interacción con el público, destacando no sólo por la intensidad musical, sino por el juego escénico y el carisma natural de las hermanas. Con un ¡Madrid, tienen voces bellísimas!, Dani reafirmó esa conexión única que han tejido con el público español. En Survive, fue la audiencia quien tomó el mando, cantando la introducción con tal fervor que Pau se limitó a señalar sus oídos, como diciendo: Esto es suyo. Momentos así no se escriben: se viven.
El repertorio en español tuvo su espacio y brillo propio con Dime que más quieres, una de las favoritas del público hispanohablante. Dani bordó cada nota con un fraseo vocal que fue desde la fragilidad al desgarro con una naturalidad pasmosa. Consume y Burnout mantuvieron la temperatura en el punto exacto, pese a una muy breve falla técnica en la guitarra que apenas interrumpió el flujo del espectáculo —un detalle menor frente a una producción sonora impecable y una iluminación que amplificaba cada golpe de batería y cada acorde en distorsión.
Sharks desató la locura. Con Pau al frente, este tema se transformó en un torbellino de energía punk y precisión milimétrica. Alejandra, siempre magnética, aportó con su bajo una fuerza tectónica, sosteniendo los cimientos del show mientras su performance escénica contagiaba entusiasmo hasta en las últimas filas del graderío.
La introducción de Disciple con Ale al mando fue otro gran momento. La línea de bajo abrió paso a una interpretación contundente donde la batería volvió a brillar por su agresividad y control. Dani, desde el micrófono, arengó al público a cantar hasta que se escuchara fuera del recinto. Y lo lograron.
El tramo final fue una montaña rusa emocional: Hell You Call A Dream mostró una faceta más densa y oscura, mientras que Martirio tocó fibras profundas. El silencio previo a cada verso, la respiración contenida del público, y las lágrimas que algunos no pudieron esconder, hicieron de esta interpretación algo más que un simple número del setlist: fue un acto de comunión emocional.
Un cierre único que deja hambre de más
Cuando anunciaron Evolve como la última canción, el clamor fue inmediato: ¡Otra, otra, otra!. Y no se hicieron rogar. Regresaron con Narcisista, himno que se ha vuelto indispensable en sus conciertos y que volvió a desatar el frenesí. Finalmente, Automatic Sun cerró la noche con un estallido de luz, ritmo y promesas renovadas. Un cierre vibrante, como si The Warning nos dijera: esto apenas comienza.
La banda ha demostrado que su propuesta no sólo se sostiene en estudio, sino que alcanza su máxima expresión en el escenario. Técnicamente sólidas, emocionalmente auténticas y artísticamente feroces, The Warning no solo ofreció un concierto; ofreció un manifiesto. Madrid, una vez más, se rindió ante ellas. Y ellas, en agradecimiento, dejaron el corazón en cada nota.
Larga vida a The Warning. Y que vuelvan pronto.